Ayer compartimos una experiencia maravillosa. Estuvimos envueltas en la magia del amor hacia nosotras mismas, hacia lo que somos y cómo somos. Conocimos algo más de nuestra historia y de nuestra cultura, de esa mitad que no se cuenta mucho. Lo hicimos de la mano de Judith Gómez, una dominicana residente en Barcelona, España, que habla con un lindo acento españolizado, pero que ama entrañablemente su origen africano, reflejado en su hermosa cabellera rizada. Asistimos a su propuesta de conocer la historia de los turbantes africanos, sus telas Wax y los significados que el uso de estas prendas femeninas encierra.

Las telas utilizadas fueron forjadas en la historia de la colonización de Indonesia por los holandeses colonizadores, a su vez, del continente africano. Las técnicas de teñido y preparación de las telas de vestido usadas en Asia, tuvieron gran aceptación en los países africanos, cuando los que llevaron la guerra regresaron a su continente de origen. Y aportó otras riquezas a la ya establecida costumbre de adornar el cabello con turbantes. Los diferentes países africanos tienen distintas formas de nombrar sus telas, así como distintos significados para sus diseños y colores. Y todo relacionado a la posición y rol social de la mujer en la comunidad, como por ejemplo, sobre su estado civil o su posición de jerarquía política. 

Pero el turbante africano, como cualquier otro fenómeno cultural, se ha movilizado, se ha difundido junto a su población por el mundo donde quiera que ésta ha ido, o HA SIDO LLEVADA. Como sabemos, en el continente americano la población africana fue traída a la fuerza por los colonizadores europeos. El proceso de colonización conllevó la esclavitud de la población africana y sus descendientes durante varios siglos y por varias generaciones. Y donde quiera que se han establecido, las mujeres descendientes de la diáspora africana viven con diferentes formas de expresión las difíciles situaciones de la esclavitud, pero también de la marginación producto de los prejuicios establecidos por los colonizadores, como esos de que nuestro cabello rizado es feo y el lacio de ellos es bonito.

Entre los procesos de reconocimiento de la descendencia africana y los valores de su cultura se encuentra el movimiento por la Negritud, desarrollado por el poeta martiniqueño Aimé Cesaire. Las ideas que promueve el poeta son las del cuestionamiento a los prejuicios raciales promovidos por el colonialismo francés, para el Caso de Martinica, pero que es generalizado para todo el continente americano por el colonizador ingles y español en los demás países del continente.

Es así como hoy en día nos reunimos para dar a conocer y disfrutar de las tendencias y las acciones de activistas en todo el mundo en defensa y por la valoración de nuestros hermosos rasgos biológicos y culturales. El reconocimiento de nuestra historia, nuestra cultura, nuestra belleza, nuestros valores han sido denostados durante mucho tiempo. Pero aquí estamos para, unidas, poder seguir subvirtiendo y rechazando el orden colonial de la cultura occidental y hegemónica que nos ha impuesto que debemos tener el pelo laceado para parecer bonitas, inteligentes o bien presentables.

El uso del cabello natural se sigue extendiendo por gran parte de la población femenina y joven de nuestro país. El reconocimiento de lo que en verdad somo se abre paso cada vez más. Le agradecemos grandemente a nuestra amiga Judith Gómez su importante aporte.  Seguiremos trabajando para que cada día crezca más este reconocimiento y de igual forma enfrentar los prejuicios que aún gravitan y nos impiden ser libremente valorando nuestra historia y lo que somos. Trabajemos por ello.