Ambos tienen tanto dinero, que un salto con garrocha no alcanzaría a brincar sus millones de pesos en cuentas bancarias, propiedades y negocios, a nombre propio o de testaferros. Además, cuentan con grandes patrocinadores que pondrían lo que faltara para financiar cualquier campañita presidencial, por costosa que sea. Además, tendrían otros patrocinadores, más o menos anónimos, dispuestos a invertir en que mañana, ya en el Poder, se hagan los chivos locos frente a ciertos negocios que mejor ni mirar. Entonces, ¿qué necesidad tienen Gonzalo Castillo y Leonel Fernandez de hacer allantosas rifas y cocteles para financiar sus campañas?