Quiero felicitar de todo corazón y con el mayor entusiasmo y afecto al partido Alianza País y a sus integrantes.
Sus candidaturas eran de las mejores opciones presentes en la boleta electoral, con lo que dan un ejemplo a los otros partidos, que habitualmente seleccionan a sus candidatos y candidatas entre sus integrantes más bochornosos, ignorantes y corruptos.
La selección mayoritaria de los partidos tradicionales suele acabar haciéndose entre los que tienen más cuartos -regularmente mal habidos- y/o los más desenfrenados; condiciones ambas que tienen gran prestigio entre el “liderazgo” político convencional.
Parecen una plaga de bacterias carnívoras y están articuladas por sus partidos, de tal forma, que habitualmente absorben y arrastran hasta a quienes entran en ese círculo, con las mejores inquietudes y buenas intenciones. Lo pudren casi todo.
Me viene a la memoria una retahíla de ejemplos de pésimos desempeños, pasados y actuales, aunque también algunos ejemplos admirables. No voy a mencionar nombres, ni de los malos, ni de los buenos, porque no es el tema, excepción hecha de uno excelente, Hugo Tolentino Dipp, ya que es justo que cuando en medio de un basurero aparezca una gema, eso se celebre y destaque.
Alianza País no sólo hizo unas propuestas de candidaturas excepcionalmente buenas en estas elecciones y en las anteriores también; sino que en toda la historia del Congreso dominicano, han sido muy escasos los diputados y/o diputadas que han desempeñado sus funciones con igual integridad, propiedad y más identificación con el bienestar del país, que Fidelio Despradel, quien dejará su curul el próximo 16 de Agosto, después de tener una trayectoria prístina.
El país entero debería ponerse de pie y despedir a un ícono de dignidad y que centró su gestión, sistemáticamente, en algo tan medular como la defensa del medioambiente.
Fidelio también enaltece y reivindica a esa parte de la izquierda, que no se ha enganchado como mochila, buscando botellas, favores, privilegios y aspirando con deleite los vahos del poder, que se desprenden de funcionarios corruptos de diversos partidos, empezando por autoridades delincuentes del PLD.
Hasta el hecho de que Alianza País y Fidelio hayan optado por el retiro de este, a sus 83 años, para dar paso al necesario relevo generacional es digno de encomio.
Lo común es que para desprender a un funcionario público de su asiento, haya que buscar una grúa, sin que se descarte el uso de pistolas y hasta que haya que meterle dos docenas de alacranes entre la nalga. Qué bien que hasta en eso se han conducido adecuadamente, con comedimiento, prudencia y sentido común.
Días atrás, Alianza País y Guillermo Moreno presentaron a los dos diputados por su partido que ganaron en las elecciones recientes, uno se llama Pedro Martínez y el otro es José Horacio, sobre quienes hay grandes expectativas.
Ya nos dieron la primera buena noticia: No siempre hay que gastar millones y millones para ganar una diputación. También nos dieron la segunda: La renuncia a los privilegios y barrilitos, a los que tanto se aferra el bandidaje que se anida en ese Congreso.
Espero que ambos diputados y Alianza País estén muy conscientes de la categoría de legislador que representa Fidelio Despradel, del antecedente que él deja sentado y de la responsabilidad que esto implica para sus sucesores y para los integrantes del partido, que deben mantener esos estándares de selección.
Por cierto, que aunque no ganó su candidatura, el coordinador de Alianza País en el exterior, Luis M. Rodriguez -Radhamés- era el mejor de todos los candidatos a diputado de ultramar, tanto por su preparación, como por su trayectoria y por su historial de décadas, como activista comunitario dentro de la diáspora. La comunidad dominicana en Nueva York, perdió una gran oportunidad de elegir al Congreso una estrella de representante. Pero ya habrán otras ocasiones.
Alianza País lo ha hecho muy bien.