Estoy absolutamente seguro de que si existe la Gloria (ese tan imaginado espacio inmaterial donde moran en silencio los seres que en vida fueron generosos, solidarios, sacrificados, ejemplos de buena condición humana), allá están Minerva Mirabal y Manuel Aurelio Tavárez Justo, en compañía de todos aquellos que fueron como ellos. Y estoy asimismo seguro de que hoy estarán muy alegres de ver a Minou Tavárez Mirabal desplegar, por fin, sus propias alas en un sistema político al que le urgen voces altas, como debe ser la suya, y compromisos innegociables con mejores sueños de este pueblo, los que sembraron sus padres.