En una encuesta para escoger un asesor idóneo sobre la división del trabajo en una zona franca, nuevamente la mayoría de los votos recayó en los generales de cinco estrellas y los maestros de fama mundial en ajedrez. A propósito me convierto en porrista de sus hazañas en las guerras o torneos de campeonato para balancear el tiempo que ya había dedicado a los contendores: Robinson y Viernes.
De esos dos hombres comunes que descubren donde tienen mejor habilidad que el otro para cazar o pescar, les presento su historia para entender conceptos fundamentales como: la diferencia entre ventajas absolutas y ventajas relativas para realizar distintas actividades; la comparación de la producción total en autoconsumo de liebres y peces con la que es posible cuando se especializan; y el consumo final que tienen cuando en una relación de intercambio de sus propiedades ambos terminan mejor que antes. Se especializan al discernir sobre información que comparten, en total libertad y respecto al derecho absoluto sobre el fruto de su trabajo. Descubren la razón de intercambio en que ambos consumen por lo menos una cantidad mayor en uno de los dos bienes.
La llegada de más personas a la isla de Robinson Crusoe con esas u otras habilidades o la creación de bienes de capital que permiten mejorar la productividad, son formas para aumentar la oferta de alimentos. En ambos casos se revalúan las preferencias individuales y se genera nueva información de las posibilidades de producción que llevan a un nuevo equilibrio. En una sociedad que así se desarrolla en libertad, cada momento de su historia estará reflejando el resultado de acciones humanas individuales con propósito que llevaron a cada persona a estar en la actividad que dará a conocer el cronista.
Robinson y Viernes transportados en el tiempo de la isla perdida en el Pacífico a una zona franca en ésta del Caribe, sólo tendrían para contar a los gerentes esa experiencia mundana de cambiar peces por liebres y como el intercambio en libertad mejoró su alimentación y calidad de vida. Nada que ver con las jugadas magistrales asombraron al mundo con un jaque mate o las estrategias de combate para rescatar Europa de los alemanes. No es sorpresa que tales conquistas dejen a uno embelesado, pero ¿qué hay de estos detalles?
El ajedrecista de clase mundial sabe qué hacer con fichas que ya tienen sus poderes o habilidades definidas e inmutables. Los seres humanos no, cada uno es un original sin copia y en cambio constante. Estará perdido en una nave industrial donde tenga que organizar personas en puestos de trabajo y asombrado verá que los peones se pueden resistir a moverse por cosas como “¡A mi no me ponga al lado de esa que es muy bochinchosa!; ¿Maestro, no ves que mi facha es la de un supervisor?”
Insubordinación del personal no se presentará cuando las órdenes vengan del general veterano, pero el asunto es ¿cómo sabe quién es mejor en qué? ¿qué pasa si se equivoca? El oficial del ejército asigna funciones en base a lo que ve en un entrenamiento y estadísticas, sin tener en cuenta las preferencias de los soldados (generalmente conscriptos obligados a obedecer) y con una simple remoción de su cargo por fracaso en una batalla. En tiempos de guerra, donde compite con otros generales por lograr capturar o liberar más territorios, pondrá un empeño extra en lograr lo mejor de cada soldado y, tal vez, hasta le pregunte.
En tiempos de paz, sin embargo, la batalla es todos los años por un mayor presupuesto y gastar, porque la seguridad nacional es servicio público que no genera flujos de ingreso por su venta. No hay presión para detectar quien es mejor en qué ni tampoco incentivos a los soldados para mostrarlas, porque está en esquema remuneraciones fijas por cargo donde no existen los incentivos por desempeño que son tan comunes en el sector laboral privado.
Este tipo de oficial, en consecuencia, no dará consejos de utilidad al gerente de zona franca sobre el manejo del personal y, por supuesto, mucho menos para el mantenimiento de propiedades y equipos. Mientras más soldados o más equipos pueda justificar un general para cumplir sus funciones, más presupuesto estará recibiendo. Y la vida útil de propiedades y equipos militares mientras más efímera, mejor. En realidad se llegaría al mismo resultado con generales a cargo por unos días de las funciones gerenciales en las zonas francas y como pilotos de bombarderos que las dejen en escombros durante un día no laborable.
Robinson y Viernes si pueden aportar de su experiencia como trabajadores por cuenta propia a conseguir lo mejor de cada trabajador, porque también en los contratos laborales funcionan los principios de ventajas comparativas relativas para guiar la especialización y división del trabajo. De ahí que los libros de textos tengan como clásico ejemplo develar el misterio de por qué un socio de la firma tiene una secretaria cuando la supera tres veces como mecanógrafo. Así que la tarde fue buena para escuchar anécdotas de Karparov y MacArthur descargar su ira contra Truman, ¡chao!, los otros amigos se quedan para la sección de trabajo.