Nunca antes a nadie se le había ocurrido el absurdo de hacer fracasar nada menos que unas elecciones nacionales. Nunca antes la rabia había encendido tan rápidamente el alma ciudadana. Nunca antes la juventud de la clase media light había gritado “¡Sí me importa mi país!”, poniendo la bandera a media asta. Nunca antes catorce partidos de la oposición, más allá de diferencias ideológicas, se habían unido para elevar a lo más alto un sentimiento ciudadano herido… (Y nunca antes imaginé que este pueblo le impondría tan contundentemente un nunca jamás a los responsables de tan temerario nunca antes).