Estamos en un momento de crisis para toda la humanidad, ya eso lo sabemos, no obstante, surgen grandes preguntas ¿Cómo salir adelante en este tiempo? Qué hay después de la crisis? ¿Superaremos la crisis? Y lo cierto es que ninguna persona tenemos la respuesta correcta, sin embargo, existe la esperanza y ella nos permite mirar alguna luz, así sea muy pequeña, que allá al final del túnel se muestra. Para ver esta luz es necesario cultivar la esperanza, pues es esa esperanza la que nos puede mantener en pie, y frente al no saber, nos genera alguna confianza, lo que nos permite dar el siguiente paso.

¿Qué es la crisis?

La palabra crisis procede de la palabra griega krino, que significa cruce de caminos. Así, cuando “estoy en crisis” implica que vivo en una situación conflictiva, un desequilibrio que supone una elección. La crisis siempre hace alusión a ruptura y a cambio.  También existe la otra definición partiendo del término chino de crisis (Weiji) concerniente a la palabra peligro, oportunidad y decisión; y así la crisis nos mueve hacia otro camino. Nos pone en otro punto, y si sabemos aprovecharla, podemos pasar de la ruptura a la oportunidad y nos movemos hacia el cambio.

Dónde se vive la crisis también se vive la esperanza

A nivel emocional, una crisis es un estado temporal de trastorno y desorganización, caracterizado, principalmente por una incapacidad del individuo para manejar situaciones particulares utilizando métodos acostumbrados para la solución de problemas, y por el potencial para obtener un resultado radicalmente positivo o negativo.

En ese sentido, H. Caplan, hace énfasis sobre el trastorno emocional y el desequilibrio, además del fracaso en la solución de problemas o el salir adelante durante el estado de crisis.

Por su parte, Taplin, subrayó el componente cognoscitivo del estado de crisis, es decir, la violación de las expectativas de la persona sobre su vida por algún suceso traumático, o la incapacidad del individuo y su “mapa cognoscitivo” para manejar situaciones nuevas y dramáticas.

Partiendo de estos planteamientos, es importante reconocer que allí donde se vive la crisis es también donde se gesta la esperanza, ambos se ubican en la dimensión emocional de la persona, por lo que, si en el momento de vivir el estado de crisis, se aprovechan las realidades que ella trae, también puede surgir desde allí el sentir la esperanza y la misma se fortalece haciendo uso de uno de los elementos que vienen con la crisis, que es la oportunidad y la decisión.

Existen varios tipos de crisis:

1.  Por separaciones: familiar, comunitaria, social

2. Por pérdidas: de un trabajo, de un familiar, de la salud, etc.

3. Por etapas: se da en los cambios de las diferentes etapas de la vida

4. Por realidades sociales globales

Cada uno de estos tipos de crisis se pueden vivir a lo largo de la vida, y la clave para poder afrontarla siempre será la esperanza, pues esta va a ayudar a mirar la vida con otro color, a encontrar una que otra salida, a comprender que luego de la crisis vienen otras situaciones y realidades de vida.

Algunas clasificaciones de la crisis

Están las crisis esperadas, las cuales son parte del ciclo vital y, por tanto, es posible anticipar su ocurrencia. Estas crisis ocurren a partir de hitos en el desarrollo de las personas y de las familias y marcan el paso a una nueva etapa, que impone demandas o tareas diferentes a la anterior.

Por ejemplo, en el matrimonio surge por lo general, el nacimiento de los hijos e hijas, se da el proceso de educación y crianza y luego los hijos dejan el hogar, y surge el llamado nido vacío, es una crisis, que generalmente atraviesan todos los padres y madres.

Por otro lado, están las crisis no esperadas, las cuales ocurren a partir de eventos que irrumpen abruptamente en la vida de las personas o de los grupos y, por tanto, tienen un impacto más devastador.

Frente a todas estas realidades críticas si la persona permite que brote la esperanza, y con ella busca una salida, los resultados serán otros y mucho más favorables, la esperanza se cultiva día a día.