Uno de los indicadores de que nuestro país va por mal camino es el uso político de la nómina pública. Por años se denuncia y ya no sólo los de dentro, sino estudios realizados por organismos internacionales, donde revelan que una gran cantidad de dinero se es pagada a personas que no trabajan, las llamadas botellas.

Aunque el ministro del MAP a finales del año pasado rechazó el informe presentado por la Oxfam con relación a gasto en las botellas en el país, admitió que el Estado tiene cerca de 600,000 (seiscientos mil) empleados. Esta cantidad de empleados en nuestro país, dice de la bondad de un gobierno para los suyos, ya que la gran mayoría de éstos son mantenidos por el Estado Dominicano por disposición de su gobierno.

Pero si se toma en cuenta la cantidad de personas que están nombradas en posiciones de todo tipo por una razón política y que no tienen la menor idea de lo que se hace, es ahí que nos damos cuenta de la catástrofe que vive la República Dominicana. Desde altos funcionarios que llegan a sus oficinas a tomar café, hasta recepcionistas que no saben cómo dar una información al público de la misma institución en la que laboran. Direcciones y departamentos con una cantidad de personal inoperante, ineficiente e ineficaz, donde las cabezas en muchos casos ni hablar saben, mucho menos ejercer la función para la cual fue designado.

Familias completas, personas inscritas en un comité de base, personas de la farándula, familiares de altos funcionarios, por citar algunos, son nombrados en el Estado, sin la capacidad requerida a los puestos que ocupan –en muchos casos ni elaborar un documento saben-, tan solo por haber firmado un manifiesto de apoyo al candidato que resultó ganador. Personas que han estado en la nómina pública desde 2004, sin dar un golpe y ya califican para una pensión sin haber trabajado.

Personas que han vivido del cuento, pagando a periodistas para ser publicados en diferentes medios, lo que les da la creencia de que son merecedores de una posición y un sueldo, en la mayoría de los casos lujosos. Personas que no cuentan con los estudios necesarios y en algunos casos ni los básicos, puestos en cargos donde son objeto de chistes por el personal técnico que se supone están a cargo.

Esto constituye una burla al personal que sí labora y está en capacidad de cumplir, sin importar la jerarquía, dentro del Estado. Es muy penoso que la nómina esté abultada y tanto que se habló mientras los que están en el poder se encontraban fuera de éste, de las botellas que Balaguer otorgaba a sus adeptos, que en ese entonces no era ni la milésima parte de la de hoy en día.

Todo esto es lo que hace de la administración pública un desastre mayúsculo.