Es mucho lo que se ha escrito sobre el poder, la forma de ejercerlo y las consecuencias que el mismo conlleva.  Desde Platón pasando por Maquiavelo, Montesquieu y muchos más.

Sin embargo a pesar de los muchos avances de la civilización humana, los vicios que entraña el poder siguen siendo los mismos, por eso la célebre frase acuñada por Lord Acton en 1887 de que "el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente", sigue siendo totalmente válida.

Para nadie debería ser una sorpresa la forma en que el dictador libio Muamar el Gadafi, está reaccionando ante la tardía pero firme, manifestación de repudio de su pueblo.  Ha reaccionado como lo que es, un tirano con más de 40 años en el poder a quien nunca le ha importado el valor de la vida humana, y solo la hipocresía internacional puede expresar ahora indignación ante el baño de sangre que está cometiendo, ya que  para nadie era un secreto quien era Gadafi, como tampoco era desconocido que sólo su ambición de poder  lo llevó astutamente a reconciliarse con los Estados Unidos y Europa en la presente década; sin dejar de ser, un tirano sentado sobre una mina de oro negro.

No obstante muchos se ciegan ante este realidad, bajo la falsa dicotomía de que los dictadores de izquierda son los buenos y los de derecha los malos, cuando lo cierto es que ninguna dictadura es buena.

Esa adicción que genera el poder solo puede ser limitada con efectivos contrapesos que jueguen su rol. Con ciudadanos dispuestos a entender que por más conveniente que parezca el mantenimiento en el poder de un líder más allá de lo razonable, siempre será negativo.

Se requieren de instituciones muy fuertes y de una cultura institucional arraigada para lidiar con el muy común  deseo de los gobernantes de preservar el poder.  Algunas naciones desarrolladas lo han logrado con modelos que permiten solo una repostulación como es el caso de los Estados Unidos de América, sin embargo otras como la nuestra en menos de diez años pasamos de la prohibición absoluta de la reelección en el 1994, a una sola posibilidad de reelección consecutiva en el 2002.  Como todos sabemos en el 2010 desgraciadamente abrimos nuevamente la posibilidad de reelecciones indefinidas, con la simple limitación de que no podría ser para el período siguiente, no obstante lo cual existe  una campaña para promover la reelección inmediata.

Sin importar que se trate de dictadores o de gobernantes electos democráticamente, la adicción al poder es la misma, sobre todo mientras más absoluto es éste, tanto para los que lo detentan como para los que se benefician del mismo.  Esperemos que nuestra sociedad se inmunice y pueda entender que lo más negativo de su historia, ha sido precisamente eso.