Otro año más en torno al mes de noviembre, volvemos al deseo y al desafío de buscar caminos de paz que nos permitan abrir caminos para transformar situaciones en una cultura que genera violencia, que crea separación, dolor, abuso, tristeza, etc.
Es desde ahí, que hacemos este aporte de ir más allá de lo que vemos cada día en la cotidianidad, de esas cosas que se generan y en lo que entramos, quedándonos en zona de confort, que, al mismo tiempo, nos deshumaniza, nos vuelve torpes, y nos hace seres con poca humanidad.
Para abrir paso a esta búsqueda, es importante conectar con la capacidad de diálogo, de apertura, de indagación, de darse la posibilidad de hacer otras cosas diferentes. En ese sentido, retomamos las enseñanzas del pensador Humberto Maturana, quien nos invita a poner en acción todo aquello que nos da la oportunidad y posibilidad de conversar.
Dice Maturana: “El conversar es un modo particular de vivir juntos en coordinaciones del hacer y el emocionar. Por eso el conversar es constructor de realidades”. Y creemos que una de las cosas que nos mantiene en capacidad de apertura, de búsqueda, de encuentro, es la capacidad de tomar el hilo hacia lo nuevo, y en esta capacidad podemos coordinarnos, mejor tratarnos, amarnos.
¿Se puede cambiar esta cultura que genera violencia?
Buscar la paz en una cultura que genera violencia es un reto, sin embargo, no nos conformamos con decir que es un reto, es necesario mirar desde dentro y a fondo las realidades que nos habitan, esas que persisten, que surgen y vuelven a aparecer. También las realidades que están ahí socialmente, las que se transmiten de una generación a otra y queda como algo normalizado.
Sabemos que en la cultura patriarcal en la que vivimos hay todo un sistema que genera violencia, que promueve la violencia, que incita a la violencia, y que, por demás, genera mecanismos que hacen creer que la violencia es una manera natural y necesaria de ser y vivir.
No obstante, creemos que es importante, necesario y saludable, encontrar una salida a la cultura de violencia y transitar a una cultura que gestione y construya la paz.
Para esto, y conscientemente, dialogar, encontrarnos, cuestionar, problematizar las realidades y tomar decisiones para avanzar a nueva cultura, es lo más desafiante que nos impulsa a conducir los caminos hacia la cultura de paz.
Abrir caminos hacia la paz
El diálogo, es la acción que siempre nos va a llevar a la búsqueda de una forma más limpia, más cultivada, más dinámica que permiten hallar respuestas donde parecen no haber respuesta alguna. Por esto, cuando cultivamos la capacidad de hablar, desde una posición de valoración, de escucha, de comprensión, y todo esto nos permite, cuidar, buscar, estar presente.
Abrir los caminos hacia la paz, es una tarea que conlleva de esfuerzos, dedicación, y crecimiento propio y con los otros; cuando estamos listas y listos para emprender este camino, aparecen en frente los puntos cardinales que ameritan ser andados.
En este caso, los caminos de paz se hacen muy necesarios, es casi urgente, o más bien urgente, buscar estos caminos que conectan con la paz, nos da una oportunidad para andar, para crear, para animar de nuevo la vida; aunque en una cultura que nos pone en frente a la violencia, la cual, tantas veces, nos mueve en hilos flojos, que a veces, nos hacen pensar que es natural, real o normal esta realidad.
Manuel Jiménez en la canción dice: Somos amantes de la paz, somos los nuevos sujetos de la historia; y si, somos los que estamos invitados e invitadas a construir un espacio nuevo, mundos nuevos, relaciones nuevas, espacios nuevos de construcciones diferentes en la búsqueda de una cultura de paz, donde las relaciones entre las personas sean con mejores capacidades de diálogo, encuentro, consideración y nuevas formas de vivir.
Abrir caminos hacia la cultura de paz es un abrir puentes hacia nuevas relaciones equitativas, hacia otros niveles de conversación y de nueva forma de ser y de estar.