Abrir bien, iniciar bien, es vital para transcurrir y culminar bien.  Y así, al abrir nuestro corazón al nuevo tiempo que inicia, requiere de cada persona, tal como si fuéramos constructores, nuevas herramientas para ir, en lo que respecta a cada uno, cada una, empezar a construir aquello que queremos, soñamos y deseamos.

A cada persona nos toca poner lo mejor de nosotros mismos para entrar bien en esta dinámica de un nuevo año, sobre todas las cosas, luego de la experiencia del año 2020, donde no sabíamos lo que seguía, es decir, cuál era la continuidad; y es en ese sentido, que, si hemos aprendido alguna lección de vida, nos servirá para acoger desde la fe, la esperanza y la creatividad lo nuevo, y de seguro, tendremos la gracia y la fuerza para avanzar en cada tramo del camino.

Abrir el corazón a lo nuevo

Desde el inicio de año, es costumbre desearnos felicitaciones, bendiciones, dicha y salud; de tal modo, que es parte de la cultura del nuevo año y como si fuera un ritual, nos abre a conectar con lo nuevo del calendario, del inicio de metas, de las nuevas planificaciones, y para algunos, se da la conexión con las nuevas predicciones de cómo será el año que aún está nuevo, sin embargo, es importante estar seguros de algo, y es que si el corazón se abre a la novedad, algo nuevo puede suceder, de lo contrario, la magia no tiene la fuerza para suceder sola.

Es una invitación bonita a abrir el corazón, pues esto nos da la posibilidad de renovarnos, remover viejas costumbres, revisar hábitos y conductas que nos impiden dar pasos significativos, soltar procesos que ya cumplieron el propósito a nivel personal, cambiar creencias, dejar prejuicios, en fin, abrir paso a lo nuevo y hacer más coso al corazón.

Las posibilidades del año las iremos construyendo cada uno

Nada se nos da por hecho, es necesario empezar a sembrar y al hacerlo, poner las semillas que queremos cosechar, y en la conciencia de que todo se vive adentro, y que eso que está afuera es parte de mi responsabilidad también, entonces voy creando desde dentro todo aquello que queremos ver afuera.

Un año nuevo en un siglo que aún sigue siendo nuevo, siempre nos ofrece nuevas oportunidades y una tierra fértil para plantar, construir y sacar lo mejor. Aun, conscientes de que hay una parte que no depende de nosotros, más en eso que si depende lo echamos ganas, esfuerzos y perseverancia.

La novedad es gratificante

De alguna manera, la novedad es gratificante y nos da la oportunidad de reiniciarnos, alegrarnos, disponernos a empezar de nuevo, y aunque muchas personas realizan planificaciones que luego del segundo mes ya no recuerdan, ahora es un buen tiempo para hacer planificaciones cortas, flexibles, reales y emotivas.

Es bueno también, que al tener una conciencia clara de qué nos gustaría trabajar o trascender en este año, vayamos con claridad hacia aquello que queremos, soñamos y deseamos. Y verificar si esto que quiero me hace sentir en gratitud, que eso que trabajo sea para mi mejor bien personal y de los demás.

Abrimos el corazón para que las posibilidades que nos presenta el inicio de año sean aprovechadas y nos permita sacar en cada momento la mejor versión, y de esa forma transitar y culminar el año con alegría por el mejor aporte que damos para la humanidad, y desde ahí, agradecer todo lo bueno y lo bello, sabiendo que en eso radica la plenitud y la realización.  Agradecemos la oportunidad de ver este nuevo año, que es un regalo, es un milagro.