Nueva York.-Quizá el único hombre, en la bolita del mundo, que cree que Ruddy Giulliani sirve para algo, es Luis Abinader, y eso es muy grave, extremadamente grave.
Porque muchos dominicanos confían en Abinader quien vende a Ruddy, un falso profeta, como el mesías que nos “salvará” de la delincuencia.
Ruddy no controló la delincuencia neoyorquina, y lo que funcionó aquí no funcionará en República Dominicana, porque son realidades socio-económicas totalmente diferentes.
Ruddy usó su “varita mágica” en Ciudad México con deprimentes resultados.
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, siendo alcalde de Ciudad México, le pagó a Ruddy $4 millones para “acabar con la delincuencia”, al contrario, se multiplicó.
Abinader quizá tiene dos esperanzas con Ruddy, resolver la delincuencia dominicana, y acercarlo a Trump, son esperanzas inútiles.
Si Ruddy sirviera para algo, Trump lo tendría en su gabinete; pero lo designó “abogado”, exclusivamente para distorsionar realidades en TV.
De tanto distorsionar, Ruddy degeneró en una caricatura, se auto distorsionó, no puede ni llevar un mensaje sin distorsionarlo, y Trump sabe eso.
Si Ruddy es la esperanza de Abinader, y Abinader es la esperanza nacional, vivimos en la desesperanza total.
Antes de Ruddy ser alcalde neoyorquino la delincuencia disminuía en todas las grandes ciudades estadounidenses.
San Francisco, California, registró la mayor reducción y claramente Ruddy no tuvo absolutamente nada que ver con eso.
En Nueva York, antes de Ruddy ser alcalde, el oficial Jack Maple creó un sistema de mapas para darle seguimiento a la delincuencia.
Eso evolucionó en un programa de computadoras analizando estadísticas, llamado Compstat, eso funcionó muy bien y Ruddy distorsiona la historia, para presentarse como el salvador.
Buscar a Ruddy como “delincuentólogo” es como buscar un “fiebrólogo” para curar fiebres, sin buscar a un médico que combata la infección que produce la fiebre.