Al iniciarse la última semana del proceso electoral dominicano 2016, el presidente de la Junta Central Electoral mantiene su posición de que no se priorice el conteo manual de los votos, y que sólo se realice para el nivel de la boleta presidencial, o en caso de que se produzca algún desperfecto tecnológico en el conteo electrónico, sin dejar establecido aún que los reclamos que se produzcan en las diferentes mesas distritales se diriman allá mismo, antes de proceder a escanear los resultados impugnados.

Informa, además, que ha tomado un conjunto de medidas  administrativas para garantizar el éxito de las próximas elecciones. El candidato presidencial del principal partido de oposición, licenciado Luis Abinader, en cambio, y todos los partidos de oposición, algunos técnicos y el juez Eddy Olivares continúan manteniendo su posición de que en las mesas se debe realizar un conteo manual. Abinader pide que se cumpla la ley, y “llama” a que los delegados de su organización acudan a los colegios a defender la Ley Electoral y a exigir que haya un conteo manual de los votos en cada mesa distrital, sin oponerse a la utilización del sufragio electrónico.

Es decir, que a seis días de las votaciones no se ha dirimido aun el principal problema que han generado las dificultades  técnicas y legales que hasta ahora existen para garantizar el conteo electrónico de los votos; sólo se ha logrado que surja una nueva discusión de si la Ley Electoral obliga o no al conteo manual de los votos, y si la ley puede, discrecionalmente, ser aplicada para sólo incluir los votos para escoger al presidente, dejando fuera de la aplicación de la misma a los candidatos municipales y congresuales.

Lo que más preocupa de esta desigual aplicación de la Ley Electoral, que no incluye los votos congresuales y municipales, es el hecho de que el Presidente candidato ha desarrollado una sistemática labor de campaña para lograr un congreso que esté a su favor como cuestión imprescindible para poder ejercer el poder presidencial que él estima ya está en sus manos; dominio congresual que él considera imprescindible para darle una victoria que consolide los próximos cuatro años de su posible gobierno, y evitar que le impidan realizar sus planes.

El Presidente-candidato Danilo Medina, el domingo 8 de mayo insistió en llamar a sus militantes a no fraccionar el voto y les ordenó, en un tono imperioso, que “no se lleven de que fulano es impopular, ese es de nosotros, márquelo, vote por él”.

E incluso uno de sus dirigentes, Héctor Galván, llegó a decir que “se necesita que Danilo Medina tenga su propio Congreso; que el pueblo vote no solamente a favor del primer mandatario, sino también a favor de los senadores y diputados del Partido de la Liberación Dominicana”.

¡Vaya perla! Es decir, que quieren un Congreso donde los peledeístas tengan toda la libertad para manejar las decisiones congresuales como si fuera el manejo de su casa propia, con una mayoría exclusivamente peledeísta; parece que no estarían dispuestos a compartir el dominio del Congreso ni siquiera con sus propios aliados.

El Presidente-candidato Danilo Medina, el domingo 8 de mayo insistió en llamar a sus militantes a no fraccionar el voto y les ordenó, en un tono imperioso, que “no se lleven de que fulano es impopular, ese es de nosotros, márquelo, vote por él”

El caso es que los conflictos y diferencias entre el Gobierno y la oposición parecen haber llegado a una confrontación en torno a cómo deben organizarse las votaciones y su escrutinio, cuya solución no está clara aún. Lo que sí es evidente es que estamos ante una disyuntiva que en el artículo anterior había llamado la atención de que debería enfrentarse por la Junta Electoral con mucho tino y precaución para que se pudiera arribar a una posición consensuada que permitiera que la Ley Electoral se aplicara tomando en cuenta el carácter universal que la caracteriza, sin dejar de aplicar el conteo electrónico; pero sin sustituirla ley por las directrices o interpretaciones de la Junta Central Electoral.

Y es que cualquier decisión que conduzca a incrementar las dudas de transparencia y credibilidad, podría hacer desembocar la actual confrontación de crisis electoral y de legitimidad hacia una crisis política, antes o después del proceso electoral, de resultados impredecibles.

Si Danilo Medina está ganado, como afirmó él mismo el domingo 8 de mayo, con más de un 70 por ciento de los votos, y la oposición tiene dudas de que si sólo se aplica el conteo electrónico no hay garantía de que se impida cometer algún tipo o forma de fraude, no hay razón entonces para que el presidente candidato y el presidente de la Junta Central Electoral no satisfagan la demanda de todos los partidos de la oposición y de algunos técnicos e instituciones de la sociedad civil, que piden que la ley se aplique con su carácter universal, y se realice el conteo manual en los tres niveles (A, B y C) de las boletas, pues el juez Eddy Olivares dice que “hay tiempo para contar los votos en todos los niveles”.

Es  de una simplicidad  argumental increíble, el querer presentar   como fundamento de esa decisión, – como lo expreso el presidente de la Junta Central Electoral, Rosario- , que el motivo es que agregar el conteo manual al conteo electrónico retrasaría en tres horas el tener a disposición del país los resultados. Esto no es ningún problema de fondo para llevarnos a las urnas a dirimir la confrontación de este dilema en la misma sala de votación.

Razones de prudencia sugieren que lo mejor que le puede pasar al fortalecimiento de la institucionalidad del país, a la legitimidad y autoridad de que necesita surgir investido el próximo gobierno, obligan a una transacción en los procedimientos democráticos, indubitable, en el conteo de los votos que respalden su elección. Porque también, y sobre todo, facilitaría su gobernanza.

La situación actual es, pues, un elemento de vital importancia, cuya solución, sin embargo, no me corresponde a mí, como analista de una coyuntura electoral, que he asumido en mi condición de ex profesor de ciencias sociales y políticas, de mi experiencia como político —que desde 1972 fui uno de los creadores de la revista teórica “Nuevo Rumbo”­— y en mi condición de ciudadano responsable. Hasta aquí llega mi línea de demarcación, puesto que al no ser en la actualidad ni militante ni candidato de ningún partido político, de aquí en adelante le corresponde a los actores y dirigentes políticos, tomadores de decisiones, responder las preguntas que generan estos momentos de crisis, y sobre todo la cuestión crucial qué hacer.

Se desprenden del nivel del conflicto electoral actual, por lo menos las siguientes preguntas o cuestiones concernientes a la posibilidad implícita de que estemos abocados a una crisis política de resultados impredecibles:

1.- ¿Qué significa para Abinader y el PRM llamar a acudir a sus delegados a que vayan a las mesas electorales el día de las elecciones a exigir el conteo manual de los votos; esto sería, obviamente, en caso de que la Junta persista en mantener sus disposiciones actuales de privilegiar el voto electrónico?

2.- ¿Hasta dónde y en qué forma se llevaría a cabo tal exigencia para el conteo manual de los votos cuando ya usted ha participado sabiendo que la JCE había establecido que sólo iba a contar manualmente los votos presidenciales?

3.- ¿Lo respaldarían en esta actitud y procedimientos confrontativos los demás partidos políticos?

4.- ¿Qué ocurriría si los seis partidos políticos, que por separado han elevado su oposición a las disposiciones de la Junta Central Electoral, se unificaran en la decisión de no acudir a las urnas si la Junta no aplica la ley e incluya el conteo manual de los votos en los tres niveles?

5.- ¿Estaría dispuesto el licenciado Danilo Medina de llevar a cabo su reelección en ausencia de la participación en las votaciones de los otros partidos, tal y como lo hacía Balaguer, cuando tras un período de represiones y persecuciones y evidente organización de un fraude electoral, la oposición no participaba en lo que para entonces se denominaba “el matadero electoral” que le tenía preparado?

6.- ¿O terminara  aceptando la racional salida ante esta encrucijada, que es establecer, finalmente, el conteo de los votos, por ambos procedimientos en los tres niveles electorales?

Estas y otras interrogantes son algunas a las cuales tendrían que responder las direcciones actuales de los partidos de oposición, antes de decidir un curso de acciones para intervenir en la crítica  realidad en que ha devenido la pugna electoral.

Y es que ante la actual disyuntiva se vislumbran posibles alternativas que nos colocan en el umbral de una potencial crisis política que preocupa, no sin elementos justificables, a los sectores más conscientes de la población.

Sólo nos resta esperar que la participación de los dirigentes políticos implicados en la actual coyuntura de crisis, contribuya a que se fortalezca la institucionalidad democrática del país.

Santo Domingo, D.N.,  mayo 10 de 2016