Algo inútil es todo aquello que no se bebe, ni se come, ni se unta, ni se pone, ni se calza. Alguien inútil es aquel que no camina, no habla, no oye, no ve, no sirve para nada, no resuelve nada, no define nada, no cambia nada, no denuncia nada. Una institución pública inútil es aquella que nadie sabe que existe, ni para qué sirve, ni dónde queda, ni cómo funciona. Todo esto lo pongo por delante, curioseando en nuestro surrealismo macondiano, para que alguien, quien sea, me diga cómo, cuándo y dónde nos defiende de tantos entuertos que nos afectan una cosa llamada Oficina de Defensor del Pueblo… ¿De cuál pueblo? ¿De éste o de otro?