Diacronía y sincrónica son a prioris que surgen teóricamente en el curso de lingüística general. Otros lingüistas de renombre mundial, como Coseriu y Martinet, han realizado importantes estudios relativos a esta dicotomía permitiendo explicar sus alcances con mayor grado de claridad.

Diacronía lingüística es un a prioris que refiere a la conformación histórica de una lengua. Explica la evolución interna del sistema, debido a factores externos. El que el infinitivo hispánico, verbigracia, se escriba con la desinencia “ar, er, ir”, obedece a hechos que tuvieron lugar desde el año 281 a C, con la primera invasión romana a la Península Ibérica, hasta el año 406, grosso modo. La palabra latina: maducare/comere perdió la marca fonética final “e” por lo que pasó, a través del latín vulgar, a ser pronunciada como “comer”.

De este modo se conformó el morfema de infinitivo en español: ar, er, ir, correspondiente a primera, segunda y tercera conjugación, respectivamente. Sin embargo, en el habla dominicana –y en algunas provincias ibéricas del presente– ese y otros verboides se pronuncian del siguiente modo: Voy a “comé”; quiero “caminá”, me gustaría “empezá” a “trabajá”, etc; por lo que se trata de modificaciones en el tiempo que en el futuro pudieran pasar al sistema (lengua).

La diacronía permite identificar importantes legados lingüísticos en diferentes momentos históricos. La invasión germana del año 406 hasta el 711 representó una revolución intensa, y lenta a la vez, en el desarrollo de los aspectos fónico, formal y sémico de nuestro idioma. Algunos ejemplos de este período, anotados por el filósofo y lingüista español, Rafael Lapesa, en su historia de la lengua española son los siguientes –las segmentaciones fonéticas entre paréntesis y las explicaciones son mías–:

  • Blanco (b/l/a/n/k/o) del germánico blank (b/l/a/n/k): Esta palabra no es de herencia latina, puesto que la expresión correspondiente en esa lengua es “alba”, la cual pasó al idioma español para designar el período que inicia con la aparición del sol en el horizonte hasta que finalmente amanece.
  • Bosque (b/o/s/k/e) del germánico busk (b/u/s/k): En latín el significado que hoy designa esta palabra la ocupaba el significante “silva”, que pasó al español en el período anterior al germánico con el significado de “composición poética o colección de escritos).
  • Brindis (b/r/i/n/d/s) del alemán brind ir. (b/r/i/n/d/): Esta expression, en latín clásico se representa con la secuenccia “aemulantur tosti”, que pasó al español con el sentido que hoy tiene la palabra “tostada o rebanada de pan tostada”.
  • Guerra (gu/e/´r/a) del germano werra (u/e/´r/a): mientras que en latín la palabra “bellum” no existe en nuestro idioma con ese sentido.

Pero ni la invasión romana ni la germana representaron mayor progreso que la invasión musulmana, puesto que la permanencia de esta fue mucho más extensa. Algunas de las palabras que heredamos del período comprendido entre el año 711 hasta el 1492, son las siguientes:

  • Aceite (a/s/i/t/e): mientras en el latín clásico el significante para designar esa misma realidad es “óleum”, la cual no parece haber evolucionado al español.
  • Almohada (a/l/m/o/d/): en latín la palabra correspondiente es “pulvinus” que evolucionó al español como “cojín”.
  • Baño (b/a/ñ/o): en latín esta palabra se escribe con el significante “balneum”
  • Barrio (b/a/´r/i/o): en latín el significante correspondiente a esta palabra es “propinqua” que tenía en sentido de cercanía.
  • Bata (b/a/t): En latín la palabra equivalente es “vestiendi togae”. No parece haber evolucionado al español.

Para cuando los invasores españoles llegaron a América, ya el idioma español contaba con importantes obras literarias, en verso y en prosa. La gramática de Elio Antonio de Nebrija coincide con ese mismo año. Y anterior a ello, encontramos el Cantar del Mío Cid, etc. No había dudas. El español se había convertido en una lengua distinta al latín, a las lenguas nativas de la Península Ibérica, al germano y al musulmán, y a todas las lenguas europeas y del mundo, etc. Con razón afirma el lingüista español, Enrique Bernárdez, que una lengua es un residuo histórico de otras lenguas. Por lo menos en el español dominicano, si le sumamos la herencia lingüística taína y la africana, así como la anglosajona, a través de la prominencia del inglés como lengua mundial de divulgación de la ciencia y de la tecnología, debemos coincidir en un alto porcentaje con Bernárdez.

Estas breves pincelas diacrónicas que hemos presentado, usando como ejemplos palabras, son aplicables a muestras verbales complejas, entiéndase textos. Bastaría con reunir los textos escritos en castellano durante el siglo XII para compararlos con los subsiguientes del Renacimiento, y estos con los escritos en el período Barroco, el Romanticismo, así como con los escritos del siglo XX, para comprobar cómo los diferentes significantes, desde una perspectiva cosmológica, cambian a merced del espacio, del tiempo y de otros factores externos, naturales y artificiales, que se introducen al sistema lingüístico a través de las hablas.

En el próximo artículo presentaremos más a prioris y a posterioris relativos a la dicotomía sincronía/diacronía.