Luego de haber concluido con la publicación, en serie, de ocho artículos referidos al ideario de Pedro Henríquez Ureña, consideramos en cierto modo didáctico obsequiarles a los lectores pedrohenriquezureñistas ―como suele decir nuestro tocayo y amigo Miguel D. Mena― una selección de sus frases aforísticas más emblemáticas, todas ellas atravesadas por el pensamiento luminoso del más brillante humanista dominicano de todos los tiempos.

Fue un intelectual precoz, traductor de textos poéticos del francés al español a temprana edad, como también lo hiciera Francisco Noel, su hermano mayor. Y esa luminosa grandeza intelectual de Pedro estaba ya pronosticada por su madre en 1896, año en que la eximia poetisa Salomé Ureña de Henríquez concluyó ese profético poema titulado «Mi Pedro».

Mi Pedro, poema de Salomé Ureña de Henríquez

A manera de epílogo, y como homenaje póstumo a ese ilustre Maestro de América,  de cuyo natalicio se cumplirán 135 años el mes de junio próximo, transcribimos a continuación ―extraídas del Ideario de Pedro Henríquez Ureña (2002, 2006, 2016) compilado y editado por nosotros― algunas de sus frases reflexivas:

América. Nuestra América, teatro enorme y oscuro, deja perder en la sombra sus mejores vidas.

Aprender. Aprender no es sólo aprender a conocer sino igualmente aprender a hacer.

Arte. El arte no es halago pasajero destinado al olvido, sino esfuerzo que ayuda a la construcción espiritual del mundo. Bien está, pues, el arte que sabe cumplir misiones humanas sin faltar a su esencial carácter estético.

Bondad. La bondad vale más que la verdad, aunque, en el cielo de las ideas puras, manen de la misma fuente.

Ciencia del lenguaje. Siempre hay explicación científica para el fenómeno lingüístico.

Ciudad. Cada ciudad tiene su espíritu, decimos siempre; cada ciudad tiene su aire, su ‘sello propio’. Pero hay más: el espíritu de la ciudad está en el paisaje que la rodea, y en el trazo de sus calles, y en sus edificios, y en sus jardines, y en las costumbres de su gente; y va aún más lejos: está en la pintura y en la literatura que produce, en la música que canta y toca.

Civilización. El ideal de la civilización no es la unificación completa de todos los hombres y todos los países, sino la conservación de todas las diferencias dentro de una armonía.

Portada de la primera edición (2002)

Convivencia de razas. El supuesto problema de la convivencia de razas distintas desaparece con sólo decidir que no existe y borrar toda diferencia en el trato: solución a la vez de sentido común y de fraternidad humana.

Cultura. Sigo impenitente en la arcaica creencia de que la cultura salva a los pueblos. Y la cultura no existe, o no es genuina, cuando se orienta mal, cuando se vuelve instrumento de tendencias inferiores, de ambición comercial o política, pero tampoco existe, y ni siquiera puede simularse, cuando le falta la maquinaria de la instrucción. No es que la letra tenga para mi valor mágico. La letra es sólo un signo de que el hombre está en camino de aprender que hay formas de vida superiores a la suya y medios de llegar a esas formas superiores.

Desorganización. La mejor prueba de la desorganización es la existencia de la miseria y la ignorancia en sociedades que poseen todos los elementos necesarios para suprimirlas.

Educación / Amor. La educación no es sólo obra de la voluntad en calculado ejercicio frente al medio exterior, sino que en ella intervienen elementos psicológicos imprevisibles. Uno sobre todo: el amor. En toda vida hay amor, y todo amor verdadero es insumiso y es decisivo en su influjo. Y cuanto del amor se diga, puede extenderse, en más mitigada forma, a toda afición vehemente del espíritu. La vocación, en verdad, es forma de amor, y, como tal, imprevisible e imperiosa.

Portada de la segunda edición (2006)

Egoísmo. Egoísmo: incapacidad de mover un dedo por los demás.

Espíritu. El espíritu debe interesarnos más que el progreso en el orden material o mecánico; pero en tales órdenes debe ser garantía de la integridad del espíritu. Sólo el espíritu, echando luz constantemente sobre las cosas, puede darnos la verdadera libertad; sólo la civilización perfecta crea la perfecta sencillez.

Filosofía. Quien conoce la filosofía moderna sabe que una gran parte de los pensadores se detienen ante el problema del mundo exterior y no se atreven a afirmar nada sustancial y definitivo fuera de nuestras percepciones. Pero la percepción, en sí, es el dato indiscutible; y la sensación, como parte de la percepción, también. El mundo de las actividades filosóficas y científicas no es mundo de paz, sino de agitación perpetua: la acumulación de doctrinas es enorme, apenas se da un paso sin destruir -destruir para reemplazar.

Hombre. Los hombres de genio múltiple suelen ser recordados principalmente por su labor en un solo orden de actividad.

Hombres de Estado.. Si se quiere medir hasta dónde llega la cortedad de visión de nuestros hombres de Estado, piénsese en la opinión que expresaría cualquiera de nuestros supuestos estadistas, si se le dijese que la América española debe tender hacia la unidad política. La idea le parecería demasiado absurda para discutirla siquiera. La denominaría, creyendo haberla herido con flecha destructora, una utopía.

Hombres de temple.. Los hombres de temple puro no hacen traición a sus ideales ni con la edad ni con los fracasos ni con los éxitos: al contrario, tiempo y experiencia fortifican en ellos la fe en el bien y en la justicia, aclaran sus ojos, aguzan su juicio.

Honor.. El honor debe ser cuidadosa preocupación de hombre o de mujer: y debe oponerse, como principio superior, a toda categoría social, aunque sea la realeza.

Humanidades, Las. Las humanidades han de ejercer sutil influjo espiritual en la reconstrucción que nos espera. Porque ellas son más, mucho más, que el esqueleto de las formas intelectuales del mundo antiguo: son la suma portadora de dones y de ventura interior, «fors olavigera» para los secretos de la perfección humana.

Ideal de justicia / Ideal de cultura.. El ideal de justicia está antes que el ideal de cultura: es superior el hombre apasionado de justicia al que sólo aspira a su propia perfección intelectual.

Idioma. Cada idioma es una cristalización de modos de pensar y de sentir, y cuanto en él se escribe se baña en el color de su cristal.

Instituciones culturales. Donde las instituciones de cultura, tanto elemental como superior, son víctimas de los vaivenes políticos y del desorden económico, la literatura ha comenzado a flaquear.

Lectura. El hábito y el amor de la lectura literaria forman la mejor llave que podemos entregar al niño para abrirle el mundo de la cultura universal.

Libro. El libro, como elemento característico de acción en la sociedad, como elemento aislado, sin directo apoyo en la fuerza personal de la voz y del ejemplo vivientes, no es antiguo en la civilización; y, sin embargo, en toda parte se le ve ya influir. Libros constructores y libros destructores; libros que imprimen su sello a una época, a un pueblo, a grandes grupos de humanidad, todos los recordamos […].

Maestro. ¡Cuánta importancia tiene que el maestro sepa distinguir entre la genuina y la falsa literatura; entre la que representa un esfuerzo noble para interpretar la vida, acendrando los jugos mejores de la personalidad humana, y la que sólo representa una habilidad para simular sentimientos o ideas, repitiendo fórmulas degeneradas a fuerza de uso y apelando, para hacerse aplaudir, a todas las perezas que se apoyan en la costumbre!

Moral. La moral, como quiera que se la interprete, es una fuerza real en la sociedad.

Portada de la tercera edición (2016)

Nación. Ninguna nación tiene derecho a pretender civilizar a otra. ¿Estamos seguros de que hay grados de civilización? ¿O son tipos, clases de civilización? No hay, pues, derecho para querer civilizar a otras naciones. Cada nación pequeña tiene alma propia y lo siente.

Pesimismo. La duda es grave. Muchas veces, ante el pesimismo que amarga muchas manifestaciones (no solamente literarias) de nuestra juventud, he pensado que éste es síntoma alarmante de un desfallecimiento espiritual.

Piedad. Entre las virtudes, ¡qué alta es la piedad!

Políticos prácticos. «Políticos prácticos»: moderna plaga de hombres que de nada entienden y de todo se apoderan, en ansia de mando y de lucro, estorbando la función de quienes ponen saber y virtud al servicio y ejemplo de la sociedad.

Porvenir. El problema del porvenir inmediato es poner la riqueza al alcance de todos. La fórmula del porvenir, que es deber de la Sociología esclarecer, será la «socialización de la naturaleza por la humanidad».

Pueblo. ¡No hay que desesperar de ningún pueblo mientras haya en él diez hombres justos que busquen el bien!

Universidad. ¿En qué puede fundar una Universidad su reputación, si no en la sabiduría, libre de toda traba, de sus profesores?

Utopía. No es ilusión la utopía, sino el creer que los ideales se realizan sobre la tierra sin esfuerzo y sin sacrificio. Hay que trabajar.

Versificación. Es de suponer que ninguna versificación alcanza, apenas nace, regularidad completa. De las formas imperfectas y vagas de su poesía primitiva, cada idioma escoge y define, de acuerdo con su propio genio, los tipos de su versificación.

Virtud / Talento. Vale más la virtud que el talento, y ambos más que los títulos de nobleza; pero éstos valen más que los favores del poderoso, y más, mucho más que el dinero.

Virtudes lógicas. Las virtudes que pueden llamarse «lógicas»: la sinceridad, la lealtad, la gratitud [y] la regla práctica que debe complementarlas: la discreción.

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