Leí detenidamente tu mensaje a Ligia Bonetti y reflexioné profundamente sobre su contenido, corroborando una vez más uno de los aspectos que mantiene a nuestro país en el estado de atraso actual: nos falta cohesión, preferimos destruir en vez de construir, descartamos a la gente sin conocerla partiendo de frases improvisadas, sin conocer adecuadamente su pensamiento, su trayectoria; preferimos restar en vez de sumar, cavamos nuestras  trincheras individuales y parecemos la izquierda dominicana de los años setenta alzando la división y el insulto como estandarte.

Imagino que viste un video incompleto con unas declaraciones cortadas de Ligia Bonetti, del  que se podía rescatar la frase: “No hay bajos salarios. Hay salarios establecidos en el sector formal que garantizan el salario que corresponde a cada trabajador”. Y, como otros, procediste a interpretar literalmente la frase sin tomar en cuenta el contexto.

La economía dominicana es una economía de mercado, por lo que es el mercado el que fija el salario que corresponde a cada trabajador.  En nuestro país, como en cualquier país del mundo, hay salarios altos, medios y bajos y hasta muy bajos, por debajo de la línea de dignidad, por lo que pretender interpretar en forma literal la frase de Ligia es un camino demasiado fácil para una persona con tus capacidades.

El tema que defiende Ligia, según lo interpreto, pues no lo he conversado con ella, es que los salarios formales son más seguros que los informales,  generan impuestos, contribuciones a la seguridad social y que no se debe a los bajos salarios formales el crecimiento del número de personas que salta a la informalidad, porque estos son establecidos de acuerdo a las leyes de mercado, sino a los diversos elementos que gravan los salarios, que hacen que el pasivo laboral en la República Dominicana no sea competitivo con otros países de su misma región.

También se ha escuchado a Ligia hablar de la capacidad de la Comisión Nacional de Salarios para fijar exclusivamente salarios mínimos, pero aún en este caso debe hacerlo de acuerdo con lo que indica el mercado pues si lo hiciera por encima, tal decisión probablemente sería incumplida, o generaría desempleo ante el cierre de empresas que no puedan pagarlo, aumentando el empleo informal a expensas del formal o sencillamente el desempleo.

Para muchos el objetivo no era interpretar la frase de Ligia en su real contexto pues eso mataría el morbo que se puede extraer del titular “no hay bajos salarios”.

Por cierto, que ese pasivo laboral que está en el origen del tema actual es perfectamente asumible por las grandes empresas dominicanas, aquellas que se han consolidado y crecido, pero es obvio que no es así para todas las empresas medianas y pequeñas, algunas de las cuales ya tienen un pasivo laboral que no pueden cubrir con los activos que poseen.

Como los empresarios han perdido en la opinión pública la batalla sobre el tema del pasivo laboral y las modificaciones al Código Laboral por razones de competitividad (esa es mi opinión), muchos aprovecharon la frase de Ligia para hacer una interpretación literal que es absolutamente absurda, fuera de toda lógica, para crucificarla y obtener aplausos del gran público pues las ideas que defiende Ligia como líder empresarial no son muy populares, al margen de si tiene o no la razón desde el punto de vista de mercado.

En ese contexto de empleo formal versus informal, pasivo laboral, modificaciones al Código Laboral, es que Ligia improvisó unas palabras, que si hubiese dicho “No es por los bajos salarios”, no hubiese sido utilizada fuera de contexto, como ha ocurrido.

No hay dudas de que tú, como todo el mundo, tienes perfecto derecho a estar o no de acuerdo con Ligia sobre si  se debe o no a los bajos salarios el incremento del mercado informal en la República Dominicana. Espero por lo menos que todos estemos de acuerdo con que ese crecimiento no es beneficioso para el país y que debemos  ponernos de acuerdo sobre las medidas que deben ser adoptadas para reducirlo. Con lo que no todos estarán de acuerdo, porque tiene un costo en opinión pública,  es que aumentar los salarios al margen de las leyes del  mercado no es la solución, pues se generará una suerte de efectos negativos, incluyendo más desempleo.

Para muchos el objetivo no era interpretar la frase de Ligia en su real contexto pues eso mataría el morbo que se puede extraer del titular “no hay bajos salarios”.  Y lo entiendo en comentaristas que les gusta aprovechar cualquier imprecisión para aumentar rating, pero no en personas como tú, en quien reconozco una capacidad de analisis muy profunda, a la que estoy acostumbrado, y a quien siempre he respetado.

También me sorprendió que utilizaras una foto de la vida privada de Ligia para tratar de colocarla como una persona insensible, a la que solo le interesa obtener rentabilidad en sus empresas a cualquier costo, y la pintaste así sin conocerla, por lo que sencillamente especulaste.

Tengo la experiencia de haber trabajado con el grupo de empresas al que Ligia pertenece y por eso sé que Ligia podría responderte informándote que en sus empresas las condiciones laborales, incluyendo el salario, están por encima del promedio en el mercado dominicano,  pero el problema es que no sería responsable de su parte hacerlo, pues ella representa, como presidenta de la Asociación de Industrias, a todos los industriales, y debe velar por los intereses de todos ellos, pequeños y grandes, exitosos y en problemas, incluyendo aquellos que no pueden pagar por encima del promedio y tienen que refugiarse en los salarios  mínimos.

Es cierto que hay empleadores que podrían pagar mejor y no lo hacen y en este punto estoy de acuerdo contigo de que debemos revisarnos todos, incluyéndonos. Tú y yo somos abogados y podríamos preguntarnos si tú en tu oficina, y yo en la mía, podríamos pagar mejor a algunos de nuestros empleados. Estoy seguro que en ambos casos la respuesta es sí, pero entonces recibiríamos menos beneficios.  La preocupación muchas veces se concentra en si estamos pagando de acuerdo al mercado, porque si no lo estamos es obvio que el empleado se irá a otro sitio donde se  le pague lo que vale según el mercado. En fin, es siempre más fácil ver la paja en el ojo ajeno.

Me preocupó mucho el tono amenazante de la última parte de tu artículo, al indicar que el primer blanco de ataque cuando la gente despierte será la tranquilidad familiar de Ligia. Lo personalizaste de tal modo que pareces querer dirigir la indignación de la gente, hecha tsunami, primero contra su  familia, cuando la realidad es que ese tsunami nos atrapará a todos, sin excepción, y por eso deberíamos trabajar todos juntos para alcanzar acuerdos que impidan que ocurra.

Es muy probable que no conozcas la trayectoria de Ligia, sobre todo en sus actividades desde la sociedad civil, casi siempre desde organizaciones empresariales, esforzándose por mejorar el ambiente empresarial,  incluyendo la generación de cada vez más y mejores empleos. Lo podrás encontrar en   internet, desde sus años en la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios, primero como miembro hasta llegar a la presidencia,  en el CONEP, como presidenta de la Asociación de Industrias. Ha dedicado una cantidad increíble de tiempo a estas actividades que bien pudo dedicar al grupo empresarial al que pertenece.  Pero eso no se aprecia, pues basta con tomar un titular y aprovechar para tildar de artificiosas sus poses públicas, o vaticinarle que tendrá que abandonar el país por el cual ella ha luchado y ha dedicado mucho de su tiempo.

Concuerdo contigo en que esto no es un circo. La vida y el respeto que merece una persona no puede serlo.  También concuerdo en que los temas que han dado origen a esta polémica  son muy serios y no pueden banalizarse, como entiendo ha ocurrido (la foto de tu artículo es una muestra). Me hubiese gustado tu participación en los aspectos de fondo de la polémica sobre salarios formales e informales y no en lo que derivó y este deseo nada tiene que ver con tu estilo cáustico e irreverente.

Soy un lector fijo de tus trabajos en Gaceta Judicial, donde tu talento siempre sale a flote, pero he podido notar en ti una suerte de desesperanza, de pérdida de fe en el país y en su gente. Para ti, todo está perdido, y por eso entiendes que el trabajo organizado desde sociedad civil es una pérdida de tiempo, y muchas veces lo consideras simple ejercicio de exposición pública, y por eso te has convertido en un llanero solitario, bien intencionado, pero llanero solitario al fin de cuentas.

Articular a  los actores del sistema para lograr el acuerdo de políticas públicas que generen cada vez más y mejores empleos, implica respetar las diferencias de criterios y tratar de avanzar en aquellos puntos que están más próximos, pero obviamente que estas metas no se alcanzarán a través del insulto, la amenaza, la burla.

Tal vez ya se te olvidó, porque debiste haberlo leído en su oportunidad, que cuando la Asociación Popular de Ahorros y Préstamos estuvo a punto de ser engullida por el fraude de Baninter, Ligia y otros cuatro miembros de su Junta Directiva libraron una batalla campal para que los responsables de esa situación fueran excluidos de la dirección de la asociación. Y yo soy testigo de su firme actitud como abogado de los directores que no estuvieron comprometidos con ese fraude.

Decidí publicar este artículo en mi columna de Acento porque aunque señalas que tu muro es un espacio íntimo, debes saber que en la red no existen espacios de esa naturaleza y todo lo que se incluye en ella termina siendo público. Sin embargo, no tengo interés en polemizar sino en dejar escrita mi opinión, dejando a cada quien que la juzgue como entienda conveniente, a sabiendas de que en opinión pública has tomado el lado más popular sobre este tema.

No puedo terminar este artículo sin informarte a ti, como a los lectores, que la firma en la que trabajo es abogada del Grupo Bonetti, que he tenido la oportunidad de trabajar con Ligia, como ya he referido, que la he visto tomar decisiones en el mundo empresarial y de la sociedad civil, y aunque acepto que cualquiera descarte mi opinión por el  conflicto de interés que tengo por mi vinculación, me siento orgulloso de haber trabajado para ella y para su grupo, y estoy seguro que ella no se desalentará por el momento que pasa y seguirá luchando y algún día se alcanzarán esos acuerdos que necesitamos para asegurar un mejor futuro para todos y todas y evitar el tsunami que vaticinas.