Eres grande, Isabel, con tu cabellera de yagrumo, Isabel, puesta en el más claro meridiano, Isabel, con tu cuerpo de mujer total, Isabel, y tu carne-tierra que transpira niebla, Isabel, y tu voz de pájaros y grillos, Isabel, amante predilecta de los marineros, Isabel, liberada a la brisa que te canta, Isabel, y al agua que acaricia tus secretas cañadas, Isabel, divisadora de todas las tormentas, Isabel, testigo silencioso de los orgasmos de la madrugada, Isabel, viajera en el recuerdo de los navegantes, Isabel, celosa propietaria de sonrisa de plata, Isabel, qué me lleva ante ti a decirte que te amo, Isabel de Torres.