Nueva York.-Cuando Bill Clinton se acerca a una mujer, siempre estalla un escándalo. Su reunión “casual” con la procuradora general Loretta Lynch en el aeropuerto de Phoenix, Arizona, empujó la candidatura presidencial de su esposa Hillary al borde del precipicio.
Manejar correspondencia oficial en un servidor de correo electrónico privado fue lo único que resultó de las investigaciones sobre el asalto a la embajada estadounidense en Bengasi, Libia. El FBI está a punto de concluir sus investigaciones, la procuradora general puede decidir si acata o no la recomendación del cuerpo investigativo.
Es difícil creer que Clinton y Lynch evadieron el tema.
Lynch anunció que acatará lo que decida el FBI.
Hillary acudió “de manera voluntaria” al FBI, fue interrogada o “entrevistada” el sábado pasado durante tres horas y media. Los expertos creen que la investigación llega a su fin. Se espera su recomendación durante las próximas semanas. Nadie quiere lucir como protector de Hillary contra las consecuencias legales de sus acciones.
El FBI, sobre todo, protegerá su reputación como agencia.
Nada tiene sentido en esta campaña electoral, el FBI puede recomendar que Hillary sea enjuiciada. Muchos demócratas esperan que la convención republicana termine a sillazos, como la última del PRD, pero eso puede ocurrir en la convención demócrata, si Hillary es enjuiciada.
Ante esa posibilidad, aceptemos la realidad; el FBI decidirá si Hillary será o no la candidata presidencial demócrata.
Donald Trump dice que Hillary es “una criminal” y que él, como presidente, la metería presa. Trump sigue siendo el candidato más rechazado en la historia electoral nacional, pese a eso, están casi empatados, Hillary le lleva dos o tres puntos.
La experiencia y maquinaria Clinton sirve para bregar con políticos, Trump no es político, rompe todos los parámetros, no hay métodos para enfrentarlo, Hillary sigue en problemas.