La limpieza y  pulcritud de una  campaña electoral no es más que  la narración de historias de los actores políticos que tengan o no las “manos limpias”. Descubrir y denunciar lo  “sucio” o cuestionable de partidos  y candidatos políticos no es ensuciar el escenario político. Es denunciar para edificar al pueblo. Es limpiar la política.

En la presente campaña política hay muchas historias no santas qué contar.  Y habrá de asumirse como “guerra limpia”  la denuncia de las violaciones a los principios éticos y democráticos de los que, dentro y fuera del gobierno, son realmente incapaces de hacer política limpia, de administrar con pulcritud la cosa pública, de evitar y condenar la corrupción y de practicar la asepsia y la decencia políticas que impone la democracia.

Sin embargo,  la narración de esas “historias sucias” deberá guardar las buenas maneras y estar apegada a la verdad pero sin renunciar a la denuncia.  La denuncia es un derecho democrático de los ciudadanos que no debe ser silenciado por susceptibilidades fingidas e encubridoras de acto políticos condenables.

Si bien es cierto que en la Ley Electoral vigente en el  país no se limita el uso de expresiones que denigren o irriten a las instituciones y a los propios partidos y candidatos, no es menos cierto que la tolerancia y las normas de convivencia deben garantizar a una campaña limpia, civilizada y sin ofensas.

Cabe recordar la vieja frase: “Quod natura non dat, Salmantica non praestat”, (Lo que la naturaleza no da, -la Universidad de- Salamanca no presta), es decir, “nadie da lo que no tiene”. Entiéndase entonces, que existen partidos y candidatos que “no están limpios”, que  “no juegan  limpio políticamente” ni en tiempos normales ni en tiempos de campaña. Son ellos mismos los que enturbian el ruedo político.

Pero, ¿es recomendable atacar a nuestros adversarios políticos? Sí y no. O lo que es lo mismo: una campaña política no sólo debe concentrarse en lo negativo del partido o el candidato opositor pero esto no impide que se destaquen sus puntos débiles o actos indecorosos en el marco de una aspiración que procura contar con partidos, candidatos y gobernantes éticos.

La campaña negativa resalta los errores y defectos del adversario, procurando que los ciudadanos descubran el grave error que supondría votar por el partido o el candidato adversario. Ésta puede estar bien o mal hecha. La campaña positiva, en cambio,  resalta las virtudes y atributos cívicos y morales del propio candidato y su partido, destaca  soluciones, qué afirma, qué propone. Y lo uno y lo otro debe sometido a la opinión pública.

La campaña  sucia tiene otros atributos. Se utilizan mensajes sin firmar  o falsa autoría, medias verdaderas o directamente falseadas. Las campañas políticas, siempre en un marco de decencia, siempre serán una sabia mezcla de lo negativo y lo positivo, sin atentar contra la verdad. Pero también es sabio el uso de mensajes políticos basados en la esperanza, en la paz, la solidaridad, en alcanzar un futuro mejor, o en conseguir un cambio que se corresponda con las necesidades, demandas y derechos de los ciudadanos. La denuncia responsable es “guerra limpia”.

No es campaña sucia poner sobre el tapete la corrupción, el dispendio, la ostentación, el enriquecimiento injustificable, la manipulación y el uso de los recursos del Estado de funcionarios y candidatos de este gobierno. No es campaña sucia denunciar la compra de partidos y adhesiones.

Tampoco es campaña sucia denunciar la incapacidad de este  gobierno y de  de sus candidatos para garantizar la transparencia en el uso de los recursos públicos. No es campaña sucia exigir transparencia en las negociaciones grandes y pequeñas que hace este gobierno. No es campaña sucia denunciar que los empleados públicos son obligados a asistir a mitines y caravanas.

En esta campaña electoral resultará saludable que haya una “guerra de verdades” que no sea mediatizada y que tampoco desborde los ánimos ni lleve a la violencia.Los partidos y candidatos que no tienen “las manos limpias”, no sólo llamarán a falsas treguas, sino que se mostrarán temerosos de que salgan a la luz pública sus “pecados políticos”. Bien le hará al pueblo conocer  cuáles   son los limpios y cuáles no para saber  a quién le da su voto.