A 42 días de las elecciones presidenciales, congresuales y municipales, el espectro político electoral comenzó a dibujar su arco de clímax, por cuanto casi el 100% de las 24 mil 442 propuestas están definidas en procura de 4 mil 106 cargos: 8 para presidente, incluyendo a dos mujeres, y 8 para vicepresidente, con el predominio de 6 mujeres, 224 para senadurías, mil 5 64 para diputaciones, incluyendo las nacionales, las del exterior y las de los vagos come cheques dicharacheros del Parlacén, 965 para alcaldías y un mil 163 para direcciones de distritos municipales.

Aunque al día de hoy el presidente Danilo Medina ha logrado confirmar la imagen de un seguro ganador de la reelección, varios ruidos importantes y muchos ruiditos significativos alrededor de candidaturas congresuales y municipales podrían tener efectos negativos de abajo hacia arriba. Es el caso de las significativas problemáticas extra e intra partidarias alrededor de las candidaturas senatoriales en unos casos, y municipales en otros casos, en las provincias Santo Domingo oriental, San José de Ocoa, La Vega, San Cristóbal, Higüey, El Seybo, Nagua  y Distrito Nacional.

Lo anterior “no es paja de coco” en razón de que incluye a cuatro de las cinco provincias vectores de los triunfos electorales, a saber, el Distrito Nacional, Santo Domingo oriental, La Vega y San Cristóbal. En el Distrito Nacional el embrollo es peor porque abarca a aspirantes y a ex aspirantes a diputados y a connotados dirigentes barriales que rechazan a la callada, muchos, y abierta y militantemente, otros, “a Pechito”, como ellos le dicen al sancarleno Reinaldo Pared Pérez, senador por 10 anos y candidato a repetir para completar 14 anos. Lo acusan de todo lo malo en política, menos de deshonestidad.

Y, aunque con menos intensidad, también infravaloran a Roberto Salcedo, quien al igual que aquel, al decir de los militantes, nunca los ha mirado, esto es, que nunca se han ocupado -$:¿se entiende?- de las bases del partido.

De modo, pues, que hay una franca ambivalencia entre la preferencia presidencial y estos fuegos y conatos partidarios, y esto para no hablar de ciertas presiones contradictorias que suelen hacer fracasar a cualquier organización política en un proceso electoral en curso.

Lo anterior de ningún modo debería llevarnos a la conclusión inmediata de que entonces el horno de Luis Abinader está para galleticas. En estos momentos si se pone a hacerlas se les podrían quemar.  Afectado también por ruidos, de él nos ocuparemos en la próxima entrega sabatina.