La sociedad dominicana se prepara para celebrar, con múltiples manifestaciones de alegría y entusiasmo, la llegada de un nuevo año, el 2019. Son fiestas para hacer síntesis del año que se va y para abrirse a nuevos proyectos, a nuevos retos y desafíos. Desde esta perspectiva, la celebración de Año Nuevo reviste, para muchos dominicanos, una oportunidad para introducir modificaciones en el modo de enfocar y asumir la vida; en la forma de asumir y gestionar los proyectos y programas en los que ha de participar. Otros dominicanos no tienen oportunidad de organizarse para el año que ya está cerca, simplemente, se unen gregariamente a las fiestas de familiares y de amigos; también, se unen a fiestas organizadas por las comunidades. Y es que son muchas las personas del país que no cuentan con recursos para organizar las celebraciones por sí solas. Esta es una de las primeras costuras viejas que el nuevo año ha de afrontar: la precariedad, la pobreza creciente en uno de los países de América Latina con mayor crecimiento económico. Es una costura paradójica, pero es una realidad. Lo más preocupante de esta costura es que ninguna Agencia de Cooperación Internacional se la cree; por ello, las que no se han retirado del país, ya están organizando planes de recorte de apoyo a procesos educativos y de organización social. Esta costura requiere un cambio radical para que la desigualdad y la inequidad social, económica y política, alcancen niveles cada vez más bajos.
Estamos a la puerta del nuevo año y la tragedia Polyplás ha quedado sin pena y sin gloria. En este caso están envueltas empresas de alto poder económico. En nuestro contexto, el que tiene fuerza económica cuenta con posibilidades de influenciar y de comprar servicios políticos y judiciales. En una sociedad minada por la corrupción y la impunidad; no podemos extrañarnos si esa tragedia pasa a la historia como un asunto más, que ocupó la atención de los ciudadanos y de la prensa, puntualmente. Estamos acostumbrados a los eventos y a las alarmas instantáneas. Pero esta costura vieja ha de ser sustituida por principios éticos que no juegan con las personas ni con las comunidades. Además, ha de ser reemplazada por plataformas ciudadanas que afronten con decisión la degradación de la persona; y la exaltación de sujetos y de empresas que no respetan ninguna regla ni los derechos de los humanos. Basta con darle un vistazo a la cartografía física y laboral de Polyplás. Este tipo de costura extingue la alegría y la paz propia de la festividad del Año Nuevo.
El año 2019 tiene por delante una costura que no admite postergación. Es la atención a los problemas de salud del país; y con carácter especial la superación del incremento de la mortalidad infantil y de la mortalidad materna. En el país con mayor crecimiento económico de América Latina y el Caribe, como nos anuncia la CEPAL y nos informa el Banco Central, es inadmisible que afrontemos un caos en materia de mortalidad infantil y materna. En este nuevo año, si no se puede por orgullo, hemos de poder cambiar esta situación por vergüenza continental. Necesitamos que se garantice la vida de las madres y la de los niños. Quedan muchas costuras por abordar, pero no es posible hacerlo. De las que están pendientes de tratar, selecciono la vinculada a la necesidad de fortalecimiento de la calidad de la Educación Superior en la República Dominicana. Para ello es necesario más esfuerzo de estas instituciones y más apoyo del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología. Este apoyo ha de focalizar las Instituciones de Educación Superior que tienen menos tiempo operando y menos recursos económicos para la instauración del sistema de aseguramiento de la calidad. Estas instituciones de Educación Superior no están en plan de pactar con la mediocridad; para avanzar hacia una educación más cualificada, requieren acompañamiento y apoyo efectivo para el establecimiento del sistema.
Entramos a un año con muchos retos. En éste se ha de mostrar mayor voluntad política para transformar las costuras viejas en novedades que fortalezcan la calidad de vida de todos los dominicanos, la calidad de la educación preuniversitaria y de la Educación Superior. De igual manera, se ha de mostrar mayor voluntad política para la erradicación de la desigualdad económica, social y política. 2019 debe ser el año de la transformación de las costuras viejas, para instituir el buen vivir, que se traduce en un Estado de derecho en el que prima el eje justicia-igualdad-salud-educación para todos.