Según el orden de los astros –o de Euterpe, la musa griega de la música, la muy placentera–, las personas van haciendo un soundtrack que se convierte poco a poco y con unas pocas interferencias musicales, en la música que los acompaña durante todo el trayecto de sus vidas. En esta época de cuarentena, quiero recomendarles dos o tres discos para que engrosen todo el caudal de música que ya tienen en el carro o en su dispositivo. Falta mucho:
- Róisín Murphy. La preciosa irlandesa nos cautivó de manera soberana desde que estaba en la increíble banda Moloko. En ella se puede ver lo que es el arte pop pero en materia casi siderúrgica. Su disco The time is now, tiene un video esencial. El video en que sale –con toda la decisión–, en una cafetería es burlesco y antológico. Cafetería o restaurant, lo cierto es que tiene ganas de bailar. Es irlandesa y se dedica a la electrónica; ya en Rubi Blue se nota todo lo que venía calculado para su trabajo futuro. Este mes acaba de sacar el gravitatorio Murphy’s Law.
- Una clara obra de Paganini. Concierto para violín 2. Perpetuela. Centone di sonate. Retornar a la música del italiano es excelente como el astuto baile de Minogue. Debemos mencionar que la obra de Paganini es puro full. En esta cuarentena escucharla te mete en todo el asombro que se requiere para aperturas ancestrales que incluirían a Mozart, a Dvorak (Serenade for strings, Piano quintet No 2), y un chin les pongo aquí de cualquier vindicada demostración de Pirandello (Seis personajes en busca de autor, 1925), que era escritor pero que también toca sus melodías. Es como llamar por discado a distancia y Facetime a Lovano y decirle que todo va bien con el último disco y su nada paupérrima versión en New York.
- Pixote. DVD 20 años Sem Moderação. Esta inigualable agrupación brasileña ha sido el máximo descubrimiento que he hecho en los últimos cinco años. No fue que los contraté pero ocuparon mi soundtrack en la clara percepción de la samba y la pagode. Magia, carisma y talento musical al 120% es de esos discos –el que celebra sus 20 años en la música–, que no te dejan sino asombrados (Y aquí hay que decir algo en favor del inventor de YouTube, a quien habría que felicitar diez veces: no tenemos que comprar la producción si la tenemos online). Canciones como Dilema, y Una simple carta, marcan la pauta de lo que es una obra no superimaginaria, con la leyenda antecedida de los buenos diseños virtuales. Pixote en mucho era uno de esos secretos que uno solo quiere compartir con Mercedes Sosa, o con Charly García en una noche de bemberria. Dodó –el líder de la banda–, es superbo en cada canción que canta frente a una multitud de chicas. Un cinco.
- New Order. Temptation, de Gillian Gilbert en 1982. Están de última con su modelo increíble Victoria Bergsman de la banda The Concrets, quien hace de la ladrona del vinyl y la bailadora deconstructurada. No los he elegido, sino que me han elegido ellos. Se trata de una transformación psicodélica, que tiene que ver con un explicitación ante actitudes que no son las más duras del todo el orbe, pero que tienen que ver con esa caracterización que vemos en New Radicals, pero eso eran los próximos. La tipa admite sistemas delincuenciales con Neil Diamond, a quien hay que oír después de enterarse de Schubert, o quizás de algo del correspondiente Thelonious Monk (Round Midnight), sobre todo los acordes menores. Lo fantástico de Temptation tiene que ver con Real Life, en Send Me an Angel, que cantábamos en la cafetería del supermercado nacional en 1991. El cuadro robado es ebulliciente, y es exclamativo de una producción como la de los chicos de Londres, que ya salió con vainas rarísimas. El disco es una reliquia. Blue Monday es de 1983.
- New Radicals y Empire of the Sun tienen que estar en esta lista. La petición se hace kinestésica, a la par de un álbum como Way to Go –el álbum es ese–, que tiene que ver con pocas majaderías. Al contrario, Steele se encuentra consigo mismo, y nos ofrece Without you, una canción superba para todos. Considero Wandering Star la mejor canción del disco y no quiero decir de su carrera para evitar tazas de té, o correos electrónicos desmesurados. Son superbos en todo lo que hacen, incluyendo los videos alucinantes. DNA es otro clásico.
- Quiero aquí hablar del no indescifrable Neil Diamond (Longfellow serenade), que es el equivalente a Alan Greenspan en economía. La lección se hizo lejísimo con el Nobel –Bob Dylan en el extremo independiente–, y la gente comprendió que las peticiones siempre se hacen a nombre de la ley del Karma. El Kundalini Shakti es noción primeriza que tiene que ver con algunos arpegios y contraindicaciones. Que quede claro que el disco de Paul McCartney no es malo, sino todo lo contrario. No hicieron el concierto en Egipto, sino en la azotea. Pintó el mismo la portada del disco. Está dedicado a ser abuelo, de acuerdo a lo que dice a los medios.
- Alguna gente quiere entrar en Miles Davis, sin saber lo que eso conlleva en términos de ases y pistachos. Hay raíces de escapularios franceses, que no tienen nada que ver con el jazz, ni con la hormiga atómica. Por esa razón, la libertad está ahí, y la visión que se tiene del mundo puede ser de color rosa o de color champán. En todo caso, Davis agradecería eso que no hacen en el Blue Note, y mucho menos los que han intentado dar muestras de no saber seguirlo, o de no entender por qué, en una para nada extraña ontología, se persigue a Soni Rollins. En la noche. Como hubiera dicho McCartney, Despite repeated warnings.
- Una consideración epocal: en los servicios de cable esta la vieja fórmula de la sintonía de canales de música de Stingray. Se puede entonces oír lo que sea, sin necesidad de meterse en otra parte. Las emisoras dominicanas tienen una excelente selección durante todo el día, pero los canales especializados también. Estas selecciones musicales han sido escritas a vuela pluma. Contar el número de discos que sale cada año, sería casi imposible. Por lo pronto, aseguro que lo seleccionado será entendido por los hábiles escuchas de cada género y artista.