Después de los asesinatos de Malcolm X, Martin Luther King y Robert Kennedy, a finales de los años 60, empezó a desvanecerse el sueño de cambio en la sociedad norteamericana y en lugares como el Bronx caracterizado por la pobreza y la falta de servicios básicos proliferó el consumo de drogas y de pandillas. Se dice que cientos de ellas se constituyeron con una definida estructura de mando. Permanecían confrontadas entre sí, teniendo una clara demarcación territorial. En la zona sur, lugar de asentamientos de afroamericanos y latinos, estaban las más representativas. Después de negociar la paz entre ellas, por iniciativa de la banda Ghetto Brothers, formada principalmente por puertorriqueños, la cual creó un grupo musical, empiezan a celebrarse encuentros festivos en los cuales todas las energías se orientan a competencias en el plano simbólico: el baile como el break dance. Así, progresivamente surgieron los DJ, los textos improvisados en los que las armas de confrontación eran las palabras. Afrika Bambaataa fue uno de los destacados y quien pregonó paz, amor, unidad y sana diversión.

El rapero y estudioso del género KRS ONE dice que del encuentro cultural entre afroamericanos, puertorriqueños y jamaiquinos emergió el Hip Hop y reconoce que a la base de este está el juego callejero dozens, originado por los esclavos, que consiste en tratar de humillar al oponente con palabras divertidas y a la vez mantenerse libre, ecuánime, a salvo.

Más de 40 años después esta música, con sus variantes denominadas urbanas, domina la escena mundial, trascendiendo el ámbito propiamente musical. Por ejemplo, en Europa, donde ha ido tomando cuerpo convertir en proyectos políticos demandas sectoriales muy específicas, han surgido partidos que dicen encarnar los ideales de este género musical. Los antecedentes están en 1980 cuando ecologistas conformaron el partido Los Verdes en Alemania Federal. Después de abierta esa compuerta, se ha llegado a que en las elecciones de 2017 participaron los más llamativos partidos enarbolando ideales esotéricos, vegetarianos y del hip-hop. El Partido Die Urbanen (Los Urbanos) se plantea instalar la cultura del hip-hop en el Bundestag, pues la considera como "un movimiento emancipador global".

Ahora bien, una buena parte de artistas de estos géneros manifiestan en sus canciones un definido compromiso con cambios políticos, sociales y culturales. Así lo atestigua, por ejemplo, el Grupo Zebda, en Francia; Soroush Lashkari, en Irán; Nach, At Versaris y Fermin Muguruza, en España; MC Solaar, chadiano senegalés desarrollado en Francia; Sofía Ashraf, Pankhuri Awasthi y Uppekha Jain, en la India; el holando marroquís Mo$heb, René Pérez en Puerto Rico.

En Irán los raperos son los artistas más rebeldes y contestatarios. Ellos, como otros cantantes “underground” son perseguidos, multados y hasta encarcelados, como ocurrió en el año 2007 cuando decenas fueron llevados a prisión. Hay sectores que los consideran satánicos, entre los cuales hay mujeres como Salome MC y hombres como Hichkas (Nadie), quien tiene prohibido grabar, actuar y salir de su país. Un fragmento de una de sus canciones muestra su actitud de resistencia ante la represión de las autoridades:

“Crecí aquí, en esta jungla
Fuiste tú que me tiraste para abajo
No me pongas las esposas
Si no me obligarás a gritar".

En la India las mujeres son vistas como una carga económica para los padres, por las dotes que deben entregar al futuro marido. Por ello, cuando se conoce el sexo de la criatura durante el embarazo, muchas no llegan a nacer. Ante esta situación, jóvenes femeninas se rebelan contra la violencia física y emocional de casta, matrimonios arreglados, y violencia contra las mujeres. El hecho mismo de ser rapera es una osadía en esta sociedad. Pankhuri Awasthi, Uppekha Jain y Aranya Johar son algunas de ellas. Esta última rapea sus poemas desde un espacio creados por jóvenes:

"El primer chico que me cogió de la mano me dijo:

’Los chicos no queremos oír hablar de vaginas sangrando'.

Mi joven 'yo' podía oler la misoginia: las vaginas solo están para ser cogidas

las tetas solo para ser lamidas, las bocas solo para chupar".

Sofía Ashraf es otra rapera que confronta las injusticias en la India. Debido a su canto se ha logrado una significativa conquista. El caso es que un accidente en la empresa Unilever provocó la muerte de 45 empleados, 12 de sus hijos y la contaminación con mercurio del pueblo de Kordaikanal, incluyendo el río, perjudicando a más de 37,000 personas. La empresa no quiso compensar, hasta que más de diez años después Sofía lanzó una canción que en poco tiempo se hizo viral. La situación generó muchas críticas hacia Unilever y esta se vio obligada a compensar a 591 personas. Veamos un fragmento de la canción:


“Esta es la historia de la frustración de Kodai
Nos conocen como la princesa de las estaciones de montaña
Unilever vino y dejó la devastación
A medida que expusieron la tierra a la contaminación
Así que aquí está la historia
Establecieron una fábrica de termómetros
Donde los trabajadores manejaron mercurio tóxico
Arrojaron sus desechos en los arbustos locales
Ahora que es una mierda tóxica”.

En España Nach ha mantenido una postura crítica en sus canciones. En alguna ocasión ha dicho que trata de mezclar instinto y reflexión, lo que se evidencia en el lenguaje que emplea. Así lo precisa el artista: "El hip hop es un tipo de poesía muy visceral, muy auténtico, que se rebela contra todas las normas, y eso hace que los raperos tengamos cosas que decir de una manera muy directa", recoge la prensa española. Mientras At Versaris es un grupo catalán que cuestiona el modelo de sociedad predominante. En la canción No apto se manifiestan contra la exclusión, el consumismo, la autoridad política:

“Si te equivocas te dicen pobre muchacho,

sales del camino correcto y te dicen paranoico.

Es absurdo, la gente se compara,

Has retenido cada cara como una polaroid.

Sabes muy bien que son la plaga

los que bajan del barco si naufraga”.

Manu Chao no ha dudado en manifestar sus preocupaciones sociales y política al criticar gobiernos, situaciones de exclusión y discriminación. En sus producciones destacan temas controversiales (inmigración, prostitución, consumo de droga…). En la canción Me llaman calle se coloca en la piel de una de esas mujeres que sobreviven vendiendo servicios sexuales y relata las angustias existenciales que le genera su oficio.

“Me llaman calle, me subo a tu coche
Me llaman calle de malegría, calle dolida
Calle cansada de tanto amar
Voy calle abajo, voy calle arriba
No me rebajo ni por la vida.

Me llaman calle y ése es mi orgullo
Yo sé que un día llegará, yo sé que un día vendrá mi suerte
Un día me vendrá a buscar, a la salida un hombre bueno
Pa toa la vida y sin pagar, mi corazón no es de alquilar”.

Al puertorriqueño René Pérez su evolución artística lo ha llevado a grabar junto Mercedes Sosa, Momposina, Susana Baca, Rubén Blades, Silvio Rodríguez, entre otros. El se ha confrontado musicalmente con otros artistas, en cuyas creaciones se denigra a la mujer y exalta la violencia y el dinero. Esto ya lo había hecho Vico C, uno de los pioneros del género en cuestión, en la canción Desahogo. Veamos un fragmento de Digo lo que pienso de René.


“Mis letras groseras son más educadas que tu silencio 
Se equivocaron un par de novatos en la escena 
Pero se disculparon no hay ningún problema 
Tirar con indirectas eso no es de hombres 
El que me tire a mi tiene que mencionar mi nombre 
Y cuando me mencionan rimando estupideces 
Los pongos a caminar en falda como los escoceses 
Con un buen manejo del vocablo 
Rimando hay pocos caballos en el establo”.

Pero las críticas que desde el inicio han recibido los reguetoneros y más recientemente exponentes del trap, parecen no preocuparle a buena parte de ellos. En un reportaje Alicia Civita (2018) recoge los argumentos de algunos de estos artistas, en los que, de alguna manera, culpabilizan a las familias y a las propias mujeres: “Yo no estoy acá para educar a los niños. Eso es responsabilidad de los padres”; afirma Bad Bunny; Nacho coincide al señalar: “…Quizá las mamás de esas señoritas deben tener conversaciones con ellas y reforzar las lecciones sobre valores”; mientras J Balvin plantea: “Las únicas responsables de que haya un cambio son las propias mujeres […] No podemos dejar a los hombres el empoderamiento de las mujeres”.

Rara vez se puede encontrar planteamientos “medias tintas” en los llamados géneros urbanos, como se aprecia en España, por ejemplo, donde el rapero Valtonyc fue condenado a tres años y medio de cárcel, pues se consideró que en sus canciones hay injurias a la corona española, amenaza a políticos y ricos de Mallorca, además de exaltar a la agrupación político-militar GRAPO, de orientación marxista-leninista considerada terrorista por la Unión europea. Algunas de las frases de este rapero son: "Los Borbones son ladrones"; "Jorge Campos (burguesía mallorquina) merece una bomba de destrucción nuclear”; “En el palacio del Borbón, Kalashnikov"; “Un pistoletazo en la frente de tu jefe está justificado o siempre queda esperar a que le secuestre algún GRAPO". Hasel, otro rapero, también fue condenado a dos años, mientras doce más esperan resolución del Tribunal Supremo.

Las situaciones generadas por el contenido de las canciones de estos géneros, tanto en América Latina como en Europa, remite al eterno debate sobre el tema de dónde colocar los límites de la libertad de expresión en la sociedad. Además, revelan condiciones de exclusión y falta de oportunidades para el desarrollo educativo y artístico. Lo cierto es que tenemos géneros urbanos para rato.