El nombre de Eugenio Vanderhorst es más que conocido en el ambiente musical clásico y popular, tanto a nivel nacional como internacional. Compositor, arreglista, orquestador, copista, “resolvedor” de problemas, un músico hecho y derecho, entregado a este arte u oficio que lo ha hecho codearse con las estrellas más grandes a nivel mundial en todas las facetas ya mencionadas.

Un ser humano excepcional que no ha dejado que los humos se le suban a la cabeza por el hecho de colaborar con los más grandes exponentes de la industria musical. Es común verlo un  sábado en la tarde caminando por la calle El Conde, siendo saludado por varias personas, obligándole a detenerse cada esquina. Con una cultura envidiable que lo convierte en un referente y una buena opción para una agradable e interesante conversación.

Sabe de vino y de quesos, somos muchos -me incluyo en la lista- que al encontrarlo en el supermercado le pedimos consejo  para que  recomiende sobre  el queso que va con tal vino y de paso, salir agraciado con un pedazo del queso recomendado.

Como arreglista y orquestador, aparte de la buena técnica, posee un gusto exquisito y una creatividad sin límites que se ve reflejado en sus trabajos -no es secreto para nadie que no basta con la técnica, hay muchos que a pesar de haberse graduado en escuelas de renombre u otros que tienen años en el medio, la falta de gusto o creatividad los hace quedarse cortos-.

Innovador y cooperador, recuerdo hace menos de una década  haber participado en una producción de “Reggaeton” en donde él fue el responsable de orquestar las cuerdas, siendo así el primero en utilizar cuerdas frotadas en  este género, (por lo menos en nuestro país). Ése ha sido uno de los trabajos más interesantes y placenteros en los que he participado.

Pero si hay algo que se debe resaltar de este hombre son sus ocurrencias. Generalmente las indicaciones de los compositores están escritas en italiano o alemán, Vander ha sabido plasmar en español lo que quiere y con un sentido del humor grande logra su cometido. Es fácil encontrar  en la partitura frases como éstas: “ Triste y desesperado, como cuando la jeva te deja” o “Con ternura y amor, piensa en tu abuela”.

Es una lástima que personas como Vander no abunden en este mundo, las cosas fueran diferentes. Mientras tanto, yo sigo disfrutando de su ingenio, su música y sobre todo de sus ocurrencias.