Seúl, Corea del Sur (EFE).- Corea del Norte ultima los preparativos para lanzar otro proyectil balístico intercontinental, dijo el líder norcoreano, Kim Jong-un, en su discurso de Año Nuevo, un anuncio que subraya una vez más la apuesta de Pyongyang por su programa nuclear y de misiles.

"Hemos estado activamente involucrados en la investigación y desarrollo de armamento avanzado", afirmó Kim, antes de asegurar que el país se encuentra "en la fase final de los preparativos para ensayar el lanzamiento de un misil balístico intercontinental (ICBM)".

El hermético país estalinista ha lanzado anteriormente en seis ocasiones estos proyectiles, que asegura que emplea para poner en órbita satélites de observación.

Dado que estos cohetes espaciales emplean la misma tecnología que un misil ICBM, la ONU ha considerado que se trata de pruebas encubiertas de armamento, prohibidas para Pyongyang en virtud de las resoluciones del organismo internacional y sancionadas en consecuencia.

Varios expertos han considerado muy probable que el régimen Juché realizara nuevos ensayos a principios de año para potenciar el desarrollo de sus programas armamentísticos.

Kim recordó en su ya tradicional mensaje de Año Nuevo emitido por la cadena estatal KCNA que Corea del Norte ya aceleró dicho proceso en 2015 y que por ello "creció como poder nuclear y militar".

Además de lanzar un cohete con las características de un ICBM en febrero, el país realizó por primera vez con apenas meses de diferencia dos ensayos nucleares (hasta la fecha había realizado solo tres detonaciones de este tipo en 2006, 2009 y 2013).

Estos test le valieron la aprobación de dos grupos de sanciones económicas -los más estrictos hasta la fecha- por parte de la ONU.

Además, Pyongyang disparó en 2015 a modo de prueba unos 20 misiles balísticos, incluyendo lanzamientos con éxito desde un submarinos y desde plataforma móvil, dos variantes que por su naturaleza no estática podrían ampliar peligrosamente el alcance de su arsenal.

Estos ensayos se enmarcan en su meta de lograr proyectiles precisos y con alcance lejano y armas nucleares lo suficientemente pequeñas para equiparlas sobre los mismos.

En caso de lograr este objetivo -que se antoja cada vez más cercano, según los expertos- Corea del Norte tendría armamento atómico para alcanzar territorio estadounidense y podría emplearlo como elemento disuasorio para asegurar la supervivencia del régimen.

Es la estrategia por la que, según la mayoría de analistas, va a seguir apostando Kim Jong-un, que hace dos días cumplió cinco años como comandante del Ejército, primer cargo al que accedió dentro del proceso de sucesión que se abrió con la muerte de su padre, Kim Jong-il, en diciembre de 2011.

Luciendo gafas y un traje negro con corbata a juego, el líder norcoreano dijo también durante su discurso que su país "incrementará" sus capacidades militares si Estados Unidos no pone fin a los ejercicios bélicos que lleva a cabo cada año con Corea del Sur por debajo del paralelo 38.

Pyongyang, que denuncia que estas maniobras son un ensayo para invadir su territorio, permanece técnicamente en guerra con Seúl y Washington ya que el conflicto armado que los enfrentó entre (1950-1953) terminó con un alto el fuego en vez de un tratado de paz.

No obstante, Kim no se refirió al nuevo Gobierno de EEUU que será presidido por Donald Trump a partir del próximo 20 de enero, en un momento en que Corea del Norte parece estar esperando para determinar cuál va a ser la política de esta nueva administración hacia el régimen antes de entrar en provocaciones directas.

En cambio, sí acuso en su discurso a Seúl de empeorar los lazos intercoreanos y dijo que debería responder "a los sinceros esfuerzos para prevenir conflictos militares y rebajar la tensión" de Pyongyang en vez de optar por la provocación bélica.

Incluso se refirió al escándalo de la "Rasputina surcoreana" que ha sacudido al país vecino y supuesto la destitución parlamentaria de la presidenta, la conservadora Park Geun-hye, que se encuentra a la espera de que el Constitucional ratifique o no la decisión.

Kim consideró que las multitudinarias manifestaciones que se han visto este año en ciudades surcoreanas en protesta por el escándalo de corrupción constituyen "una explosión de resentimiento en contra las autoridades conservadoras". EFE