Nuestro inicio como articulista en Acento fue motivado en interés de ofrecerle una voz al mundo bursátil que contribuyera a esclarecer ciertas mis concepciones que se tenían, y todavía se tienen, de ese mercado. A través de los años, recorriendo mi época universitaria, al igual que en debates con expertos en la materia, frecuentaba cada día más el tema concerniente a los países netamente importadores de materias primas y el rol en los mercados de valores.

Ya para la época del pico de los precios del petróleo en el 2008, al WTI llegar hasta los US$147, por barril, la “única verdad” a una sola voz era que los especuladores se habían convertido en los principales responsables del alza de los precios de los productos alimenticios, del petróleo y sus derivados, como también de otra variedad de productos cotizados en los distintos pisos bursátiles.

Partiendo de esta errónea idea que se vertía fue que me motivé a escribir mi primera entrega para Acento y que titulé: “La presencia del especulador en los precios de los alimentos”, en la cual explicaba el rol del especulador y desmitificaba su responsabilidad en los precios, comparando los alimentos cotizados en la bolsa de valores con otros como la cebolla, que no se cotizaba y que a su vez estaba sujeta a mayor volatilidad. Al igual señalaba para esa fecha, que para cada transacción en los pisos bursátiles en los distintos contratos de futuros se requería de quien estuviera dispuesto a pagar un precio y otra que vendiera a ese mismo precio.

Precisamente por el verdadero rol del inversionista es que en los últimos meses hemos ido alertando a través de una serie de artículos de los riesgos inflacionarios que se producen por presiones externas e interrupciones en la cadena de suministros, y de igual manera hemos sugerido el uso de los “hedges” para la salud y estabilidad de nuestra economía, pues  resulta descabellado que siendo nuestro país tan sensible a las fluctuaciones de los precios del gas natural y petróleo no nos hayamos embarcado en operaciones bursátiles que a corto, mediano y largo plazos serían nuestros verdaderos aliados.

Nos referimos al tema  porque a finales del mes pasado, durante la Mesa de Trabajo por las Crisis Internacional de Precios, el ministro de Hacienda, Jochi Vicente, ofreció datos sobre una operación de cobertura, mejor conocida como hedge que nos daría el derecho a obtener al precio fijo de US$3.25 por el millón de unidades térmicas británicas (MMBtu), que de acuerdo a la información ofrecida sobre los derechos que cubren, equivaldría al 80%, 60% y 40% de generación que se necesitarían para cubrir lo que resta del año 2021, así como también para  los años 2022 y 2023, respectivamente.

Por la naturaleza de mi profesión, al igual que por la gran importancia que reviste a largo plazo para el país, es una noticia que nos llena de gran satisfacción, pues desde ya es ganancia si tomamos en consideración que para fines de este mes el gas natural en el Henry Hub, en EE.UU., cotizaba en 3.61 MMBtu.  Además, que observando las proyecciones de Morgan Stanley que proyecta los precios del gas natural en alrededor de los US$5.00 por MMBtu,  es para definirlo como una brillante maniobra financiera.

Y es que, en el peor de los escenarios, asumiendo que las proyecciones al alza del gas natural no sean como las proyectadas, y que por el contrario experimentemos una disminución en los precios, lo único que se arriesgaría sería el dinero comprometido para al hedge,  pues incluso así nos protegeríamos contra la volatilidad, al igual que nos brindaría consistencia y tranquilidad en las proyecciones económicas.

La concretización de ese acuerdo, igualmente, nos demostraría que el sistema bursátil, si se sabe utilizar, sería uno de nuestros principales aliados donde es el especulador que absorbe nuestro riesgo. Ojalá que operaciones como éstas se extiendan al petróleo y sus derivados. Mientras tanto, mis felicitaciones al Gobierno por dar tan importante paso.