No es noticia nueva la tendencia alcista del petróleo, cerrando el WTI al alza en octubre al colocarse en US$83.22 el barril por segundo mes consecutivo y en 8 de los últimos 10 meses de este año, representando un incremento de un 10.67% para el pasado mes, lo que implica un 71.9% para todo el año 2021.
Las implicaciones de esta tendencia, como muchos analistas indican, podría dilatar la recuperación global, aunque más que la muy definida tendencia nos preocupa aún más el momento en que está ocurriendo. En pasadas ocasiones hemos expuesto la dinámica de los precios del petróleo, los cuales típicamente tienen un comportamiento cíclico, donde las tendencias hacia arriba inician típicamente en mayo, en la entrada del verano, y posteriormente comienza un proceso de debilitamiento de su precio en el mes de septiembre, justo cuando las refinerías abren un proceso de mantenimiento y almacenamiento para la alta temporada del verano del siguiente año.
De lo anterior se desprende nuestra preocupación, pues si lo que ha sido históricamente la norma, salvo algunas anomalías tales como eventos geopolíticos o naturales que afecten las regiones donde se encuentran las principales refinerías, habría entonces que preguntarse que de ser así, ¿cuál sería el precio que asumiríamos para el 2022 de mantenerse esa tendencia, sobre todo cuando el presupuesto de nuestro país para el próximo año se formuló bajo con proyecciones del barril a US$65., no obstante el consenso entre los distintos analistas de energía apuntan para un promedio de US$78. por barril para el mismo año, con estudios que afirman alcanzaría un tope de US$100. por barril?
Pero además de esas proyecciones está el diferencial del petróleo en el mercado futuro, que en múltiples ocasiones hemos expresado las ventajas que nos brinda el mismo, en especial para países como el nuestro, asumiendo estrategias que nos protegerían ante la volatilidad de materias primas que dependen de factores externos.
En el caso del petróleo, el mismo se cotiza con contratos con fecha de expiración del último viernes de cada mes. Bajo esta estructura de precios el WTI tiene contratos para todos los meses hasta febrero del 2032. Tradicionalmente en estos casos la curva de los precios de los sucesivos vencimientos de los contratos es ascendente, y a medida que se acerca la fecha de vencimiento el precio tiende a converger con el precio spot. A esta estructura de precios entre los distintos contratos de futuros se le conoce como contango.
El contango, que no es más que un reflejo de lo que implica el costo de almacenamiento del petróleo y proyecciones de inflación, o bien sea que los participantes del mercado creen que el precio de un determinado producto subirá en una fecha de entrega determinada. Sin embargo, lo contrario a esto es una curva a la inversa donde los precios de los sucesivos vencimientos de contratos serán descendentes, que es lo que experimentamos en la actualidad, siendo el precio para entrega de diciembre US$81.77 por barril, aunque de forma contraproducente el de entrega para agosto del 2022 se encuentra en US$73.49, generando un diferencial de más de más US$8.00 a favor del precio spot. Este fenómeno se conoce como “backwardation”, lo que típicamente sucede cuando la demanda del activo es muy elevada y el mercado prevé escasez de la materia prima.
Ese diferencial que tenemos hoy va ciertamente en sintonía con la situación con que vivimos en la actualidad, y que al mismo tiempo podría ser una gran oportunidad para asegurar precios a descuentos para entregar en el próximo verano a países como el nuestro dónde cada incremento de la factura petrolera implica exportación de riquezas. Asegurar entrega de petróleo US$75. por barril para el entrante verano, ya sea vía contrato u opciones si existe temor de falta de capacidad de almacenamiento a futuro, puede convertir las dificultades de hoy en las oportunidades de mañana.