Consternación y tristeza es lo que ha expresado una gran parte de la sociedad dominicana por la muerte a destiempo del radiodifusor Teo Veras. En Acento nos sentimos igualmente golpeados por este fallecimiento.

Teo Veras fue responsable en gran medida de la modernización de la radio dominicana. Se encargó de introducir las nuevas tecnologías y promover en la radio de todo el país una tendencia que sería luego irreversible: el aggiornamento o actualización. Fue Teo Veras quien logró impactar con las emisoras que dirigía, y fue tan grande su éxito que tuvo que convertirse en asesor de los más novedosos proyectos radiofónicos dominicanos.

No es de extrañar que los inversionistas en la radio siempre tuvieran la idea de procurar la asesoría y recomendaciones de Teo Veras. Comenzó con Radio Universal y a partir de ese momento vio nacer sus propios proyectos en alianza con empresarios, hasta quedarse en la 91, con El Matutino, un programa que durante muchos años dio cátedra de acompañamiento inteligente, útil, decente a los oyentes de las emisoras dominicanas.

Teo también fue el autor de un gran libro: Las telecomunicaciones en América y en República Dominicana, origen y desarrollo. Un volumen de 930 páginas, en el que demostró sus dotes de investigador, con los datos y la profundidad que se necesitaba.

Teo fue también el primer radiodifusor dominicano que incursionó en la radio digital, estableciendo su propia emisora, que controlaba desde su teléfono móvil y en donde colocaba la música de su gusto. Las emisoras y los programas producidos por Teo Veras fueron siempre de gran calidad, innovadores, realizados con una producción conciente, nunca improvisada, se ocupaba por lo menos 24 horas antes de planear lo que sería cada programa.

Todo el que conoció a Teo Veras sabe de su calidad humana, de su sencillez, de su sentido de la solidaridad. Por razones más que obvias es que se ha producido la consternación y la tristeza por la muerte de Teo Veras. Nuestro acompañamiento y solidaridad a Betsabé Estepan, su esposa, y a sus hijos y demás familiares. Que su recuerdo, y su voz, queden como una reliquia de la sociedad dominicana.