Las declaraciones del presidente de la Suprema Corte de Justicia, Mariano Germán, plantea un serio dilema al sistema de justicia del país.
La Procuraduría General de la República, conducida por Francisco Domínguez Brito, impugnó la decisión de Alejandro Moscoso Segarra, y será el pleno de la Suprema quien conozca el recurso de apelación. Ese pleno lo preside Mariano Germán, quien ha dicho que el procurador Domínguez Brito ha sido populista, irreflexivo, inmaduro e irrespetuoso.
Eso quiere decir que Mariano Germán ya validó previamente, en forma prematura, la sentencia de Alejandro Moscoso Segarra y rechazó los argumentos del procurador. Es decir, que el presidente de la Suprema no está habilitado para participar de ninguna decisión sobre el tema de Félix Bautista y Alejandro Moscoso Segarra. Pero hay más.
El Ministerio Público y el Procurador General de la República, como representante de los intereses de la sociedad, está facultado para actuar como lo ha hecho el procurador, quejarse públicamente, firmar posición ante los medios de comunicación, cuestionar las decisiones de los jueces, del mismo modo que lo hacen los abogados de las partes en conflicto en cualquier proceso penal o civil.
Quien está vedado de dar declaraciones, de opinar, de descalificar, de ponderar o de cuestionar, como lo ha hecho Mariano Germán, es el que desempeña la función de juez en el proceso, como Alejandro Moscoso, o el que en una instancia superior conocerá de la apelación, como Mariano Germán.
Francisco Domínguez Brito nunca ha llamado a la desobediencia civil contra el poder judicial.
Pero no olvidemos que este proceso tiene fallos terribles. Desde el mismo 27 de marzo que se dio a conocer la sentencia la cuenta de Twitter de la Suprema Corte de Justicia comenzó a emitir opiniones defendiendo la decisión de Moscoso Segarra. Y todavía más grave: Hubo medios de comunicación que recibieron previamente un resumen de la decisión, antes de que las partes interesadas la conocieran. Por tanto, es entendible que Francisco Domínguez Brito haya descubierto una confabulación de intereses políticos para permitir la impunidad, aún a costa de la credibilidad de la instancia judicial que conoció el caso.
Tiene razón Mariano Germán cuando afirma que el juez debe ser un tercero imparcial que dirime un conflicto. El problema es que está suficientemente claro -si él no lo quiere ver es su problema- que la decisión de Moscoso Segarra fue parcial, absolutamente tendenciada y negando muchos tipos penales nuevos que les fueron imputados y demostrados con pruebas que cometieron los acusados, y que Moscoso Segarra echó vicariamente a un lado con la intención de favorecer al reo.
Moscoso Segarra no tiene la razón al fallar evidentemente desconociendo el contenido de la investigación y la acusación del Ministerio Público. Además, no se trataba de condenar al imputado, sino determinar los méritos de los cargos, que eran abrumadamente factibles de entregar a un tribunal para que profundizara. Ese es el deber de la justicia, y más si es pulcra, si es imparcial y si tiene vocación contra la corrupción, como ha dicho Mariano Germán que es la justicia que él y sus jueces administran.
¿De dónde saca Mariano Germán que Francisco Domínguez Brito es irreflexivo, inmaduro o irrespetuoso? No se percató Mariano Germán que Domínguez Brito fue víctima de la ira de Félix Bautista, en un evidente delito de audiencia
Aquí debe haber un serio problema de conciencia para quienes han actuado tan descabelladamente. Si Moscoso Segarra y Mariano Germán no tienen problemas de conciencia, por los cuestionamientos colectivos a su decisión, es una preocupación que debían tener. Ellos no viven en un entorno aislado. Su trabajo profesional debe hacerse al servicio de la sociedad, y para ellos son pagados por el Estado. Hacerse de oídos sordos no es ningún buen consejo. Las iglesias, los empresarios, la sociedad civil, muchos medios de comunicación y hasta organizaciones internacionales se han pronunciado cuestionando sus actos, pretendidamente justos, pero a todas luces generadores de inseguridad y de miedo en una sociedad que se entiende democrática.
Otra cosa que es importante. Mariano Germán deberá revisar sus declaraciones, porque se equivoca en forma vergonzosa: Francisco Domínguez Brito nunca ha llamado a la desobediencia civil contra el poder judicial. Ha criticado una decisión absurda y negadora de los valores que la sociedad reclama y presenta como estandarte, de honestidad, pulcritud, servicio al público y rechazo de la corrupción. ¿De dónde saca Mariano Germán que Francisco Domínguez Brito es irreflexivo, inmaduro o irrespetuoso? No se percató Mariano Germán que Domínguez Brito fue víctima de la ira de Félix Bautista, en un evidente delito de audiencia, que fue justificado y tolerado por el juez Moscoso Segarra, bajo el argumento de que el control de la audiencia él lo tiene únicamente sobre los abogados y no sobre los imputados?
Y otra cosa más. En su defensa de Moscoso Segarra el doctor Mariano Germán explica que un solo acto no define la historia de un funcionario, y que por tanto (entendemos) a Moscoso no se le debe sepultar por este acto como juez. El problema es que siempre se comienza por un acto para definir una vida, sepultar una carrera como profesional, y en este caso este ha sido el detonante sobre la historia de Moscoso Segarra.
No están despistados los que sugieren que hay que revisar y cambiar la actual composición de la Suprema Corte de Justicia, porque en ella, en su interior ni en su cabeza, existe el germen crítico ni de ponderación de sus propios actos. Una verdadera pena que profesionales del derecho sepulten su carrera del modo en que lo hacen los actuales magistrados.