Que partidos y políticos no pidan “tregua política” en esta Semana Santa.  Y mucho menos que  prometan respetarla.  Las promesas desvirtuadas poco tranquilizan.

Con su silencio nos basta. No porque tengan poco que decir, sino porque sus palabras resultan poco esperanzadoras.

Que se callen.  Para despertar sus conciencias si estuvieran dormidas. O para iluminarlas si estuvieran distraídas confusas y dislocadas. O para rescatarlas si estuvieran perdidas. O para resucitarlas si estuvieran ya moribundas e insensibles.

Que se callen. Que guarden silencio. Para hablarse a sí mismos. Para escucharse a sí mismos sin rangos y sin sumisiones aduladoras. Para escuchar los gritos y los silencios alertantes de los ciudadanos.

Que guarden silencio. Para distribuir la patria de nuevo. Para dar cumplimiento al derecho que nos convierte a todos en dueños de patria, que defiende que la patria somos todos.

¡Que se callen!  Para  rescatar la escasa virtud de pensar con claridad. Para pensar con “humanidad”. Para sentir de cerca que pensar es sublime, que pensar “civiliza” y que la razón no puede florecer sin esperanzas colectivas. 

Que se callen. Para rasgarse las vestiduras que los hacen ver como personajes soberbios, privilegiados, iluminados, eternos, insustituibles y socialmente especiales. 

Que se callen. Para “resucitar” la Política y devolverle su verdadera esencia de ser generadora de “vida buena para todos” y no sólo para ellos. Para cambiarle el rostro de actividad tramposa, turbia y mercantilizada, dadora de poderes avasallantes y creadora de fanatismos enceguecedores y enemigos de la libertad.

Que guarden silencio.  Para “encuestar” sus propias conciencias, ojalá que ya despiertas y resucitadas, para conocer si verdaderamente son vistos por los ciudadanos como personas justas, transparentes, decentes, “iguales”, verdaderamente democráticas y con una visible solidaridad gratuita, o simplemente como “nuevos y viejos Judas” que venden o permiten vender por unas cuantas monedas la flagelada democracia dominicana.

Que guarden silencio. Silencio humilde, sincero y compasivo para sembrar en su corazón la solidaridad con todos los dominicanos crucificados por las necesidades, carencias, engaños, injusticias y abandonos, que son muchos.

Que guarden silencio. Para aceptar que es más noble, más digno y más ejemplarizante el cargar la cruz de la verdad,  la cordura, el compromiso y la justicia que la cobardía y el cinismo de “lavarse las manos” como Pilatos.

Que guarden silencio siempre. Si es que, por miedo o conveniencia, no se atreven a testimoniar la valentía cívica gratuita de respetar y hacer respetar la Ley de Leyes, la Constitución. Para entender que la Constitución es más venerable que “bailable”.

Que guarden silencio. Para pedir perdón al pueblo. Por la ofensa de la indiferencia o la desidia para cumplir con el deber de defender sus derechos y sus reivindicaciones. Porque el perdón implica el rigor moral de no tolerar ofensas indefinidamente.

Que guarden silencio. Para hacer suyo el viacrucis que cada día viven los dominicanos. Y si sintieran miedo o vergüenza para ser “cirineos”, por lo menos, que procuren no ser creadores de “coronas de espinas” para el pueblo.

Que guarden silencio. Para superar el desgarrante egoísmo personal y partidario y expresar su “resurrección” con un Amén salido del corazón, que fraternice a los dominicanos en vez de dividirlos.