A Juan Bosch se reconoce como un hombre honesto, que abominó de la corrupción siempre, que se alejó de quienes tuvieran indicios de enriquecimiento ilícito, y que sacó de su gobierno a simpatizantes por casos específicos de aprovechamiento del poder.
Cuando Juan Bosch ganó las elecciones del 20 de diciembre de 1962 vivía en una casa alquilada a Elías Brache, en la calle Siervas de María, próximo a la hoy avenida Lope de Vega. Hasta su casa acudió el presidente de Venezuela, amigo de Juan Bosch, Rómulo Betancourt, pidió un trago de whisky, y en la casa del presidente electo no había una bebida tan sofisticada. Hubo que salir a la casa vecina a pedir un trago para el presidente venezolano. La nevera de la casa de Juan Bosch había sido adquirida a crédito al negocio de la familia Barletta.
Cuando Juan Bosch juró como presidente de la República hizo una presentación de declaración jurada que explicaba muy sucintamente lo siguiente:
Que no poseen ninguna clase de bienes, muebles, propiedades, ni acciones de ningún tipo, ni fondos, ni dinero, aquí ni el extranjero. Él y su esposa Carmen vivían en una casa alquilada con muebles a crédito pendientes de pagos, y pese a vivir en condiciones limitadas rebajó su sueldo como Presidente de la República.
Un caso muy particular fue el del director de la Oficina de Seguridad y Protección del Presidente, señor Virgilio Gell, amigo personal de Bosch durante más de 15 años. Celso Perez, dijo que Virgilio Gell lo estaba extorsionado por 25,000 dólares, y Juan Bosch ordenó una investigación y luego de confirmar las denuncias recibidas dio curso al apresamiento de Virgilio Gell, a quien canceló de la posición que ocupaba y lo sometió a la justicia.
Juan Bosch era distinto a los políticos, legisladores y aspirantes a posiciones públicas que conocemos hoy. No se sentiría orgulloso de ninguno de los que dicen haber sido sus discípulos.
El doctor Andrés L. Mateo, que conoció bien y se relacionó con Juan Bosch, lo dijo con mucha claridad en uno de sus artículos de febrero del 2012, sobre lo que estaba pasando en la sociedad dominicana:
¿Pero qué es lo que está pasando?
Lo que pasa es que el Partido oficial de este país ha construido un poder desmesurado, que desde los órganos del Estado ha tenido el privilegio de ir instalando un dispositivo de control social que lo ha reagrupado todo (dádivas de beneficencia, bonos estudiantiles, bono-gas, bono-combustible, tarjetas solidaridad, nóminas secretas con fondos públicos, bono-luz, barrilito para senadores y diputados, enriquecimiento de la estructura de dirección del partido oficial, reforma de la Constitución y dominio absoluto de todos sus órganos, control de los medios de comunicación y de los comunicadores por la vía del dinero, práctica desvergonzada del transfuguismo pagado, rentismo, corrupción e impunidad generalizada, cooptación de intelectuales, artistas e historiadores, y empobrecimiento inconmensurable de la vida espiritual del país).
El que no quiera verlo que cierre los ojos, y aun así lo sentirá, porque es una retícula de poder que tiene presencia en todas las esferas de la vida nacional. La nación está ahora organizada de tal manera que la corrupción actúa como el cemento invisible que una todas las piezas del tablero.
Si Juan Bosch viviera y le tocara interpretar lo que está pasando, se insubordinaría por los asfixiantes mecanismos de control social que el PLD ha erigido para legitimarse. La República Dominicana es un país secuestrado por una pequeña burguesía golosa que no tiene límites para exhibir el disfrute de los bienes terrenales. Y que han perdido todo freno ético, porque han descubierto que el dinero otorga personalidad, y puede dar felicidad o éxito. No hay historia post factual, pero si Juan Bosch viviera no fuera peledeísta, lo hubiera abrumado la falsificación de la democracia, y el esplendor de tantas fortunas obscenas que la codicia y la soberbia han acumulado en el PLD. ¡Oh, Dios!