República Dominicana es de los pocos países de las Américas que no lleva a cabo debates entre los políticos que aspiran a gobernar.
El votante dominicano asiste en cada proceso electoral a una ensordecedora guerra de propaganda, de pobre contenido programático, sobre todo cuando se trata de los partidos que disponen de más recursos económicos.
Lo que tradicionalmente se ha hecho es que organizaciones de empresarios invitan a dos o tres candidatos presidenciales a pronunciar un discurso para exponer en líneas generales sus propuestas de gobierno. No más.
En estos momentos ciudadanos particulares y organizaciones cívicas de nuevo han propuesto que se celebre un debate entre los aspirantes a ganar las próximas elecciones.
Creemos en el debate, como recurso para mejorar y ampliar la democracia, como derecho de la ciudadanía a saber qué se propone hacer desde el poder todo aquel que aspire a ser elegido.
Lo que tradicionalmente se ha hecho es que organizaciones de empresarios invitan a dos o tres candidatos presidenciales a pronunciar un discurso para exponer en líneas generales sus propuestas de gobierno. No más
En los encuentros organizados por los empresarios para escuchar los discursos de los candidatos se cumple apenas una parte de ese propósito, ya que se trata de una privada y limitada. Y con esa misma óptica se habla ahora de un debate entre Danilo Medina y Luis Abinader.
Pero en ambos casos, pensamos, se ha partido de una selección que excluye a la mayoría de los candidatos, negando la esencia misma de la democracia.
En estos momentos, por ejemplo, se habla de un posible debate entre el candidato presidente Danilo Medina, del PLD, y el candidato Luis Abinader, del PRM. Los mismos que serán invitados a reuniones y almuerzos con las organizaciones patronales.
¿Acaso Guillermo Moreno, Minou Tavárez Mirabal y Pelegrín Castillo no son dignos de que la sociedad dominicana les permita competir de igual a igual con Danilo Medina y Luis Abinader?
Ojalá que si en este proceso electoral o en el futuro los partidos acogen la celebración de debates -transmitidos por medios de comunicación y en presencia de un público diverso que pueda hacer preguntas- se permita que todos los candidatos y candidatas participen en igualdad de condiciones.