La sustitución del director de la Policía Nacional no es la clave para reducir la delincuencia y la inseguridad ciudadana, pero puede ayudar.

El cambio de Edward Sánchez por Eduardo Alberto Then no es ninguna genialidad, pero con un año y dos meses al frente de la Policía Nacional parecía ya más que evidente que su temperamento, sus métodos y su capacidad estaban desbordadas y el gobierno necesitaban otra apuesta distinta de la que el presidente había decidido en agosto del pasado año.

Eduardo Alberto Then ha mostrado capacidad y coraje, y cuando se trata de hacer cumplir la ley no teme decirlo y ponerlo sobre la mesa frente a quien sea. En Santiago fue el oficial comandante que corrigió muchos de los problemas de inseguridad que había. En Barahona hacía lo propio cuando el presidente lo designó para encabeza la Policía Nacional.

No estamos exaltando la llamada “mano dura”, porque no se trata de eso. Criminales al frente de la Policía Nacional los ha habido en abundancia. Miles de ciudadanos asesinatos en intercambios de disparos, ejecuciones extrajudiciales, detenciones abusivas, secuestros, son más que un testimonio. Nada de eso funciona. Y Eduardo Alberto Then fue designado al frente de la Policía Nacional para que contribuya con la reforma y dirija un cuerpo policial profesionalizado. No se le está pidiendo que ponga en las calles a matones de ciudadanos, ni abusadores del poder de portar una arma de fuego otorgada por el Estado.

La designación de Then ha llegado acompañada de una serie de medidas para poner a la Policía Nacional en condiciones de prevenir delitos y proteger a la ciudadano de la delincuencia. Los agentes policiales tendrán que ser evaluados, desde el primero al último, tendrán que pasar mínimo un año por una academia de formación, antes de salir a las calles. Ojalá que fueran profesionales universitarios, titulados en diversas áreas, con capacidad de tomar decisiones en situaciones de stress y distinguir cuándo se corre riesgo y cuándo no, porque el uso de arma de reglamento es casi siempre preventivo y no ofensivo, y es el último de los recursos que puede utilizar un agente del orden para prevenir un caso de violencia.

Then y su equipo asumen la responsabilidad de apoyar los procesos de reformas de la Policía Nacional, para que sea capaz de resolver los crímenes y delitos que se cometen contra los ciudadanos y las propiedades, y el orden público, y para prevenir situaciones que bien manejadas pudieran resultar menos costosas a la sociedad que administradas de forma tosca y abusiva.

Servio Tulio Castaños Guzmán, Roberto Santana, Elena Viyella de Paliza fueron designados por el presidente Luis Abinader para adelantar pasos de la reforma policial. Eduardo Alberto Then deberá apoyar y aportar inteligencia, conocimiento y sagacidad en las medidas que se pongan en marcha. No puede ser un obstáculo, pero tampoco un convidado de piedra en la reforma de la Policía Nacional.

Es una cuestión delicada. Una de las primeras decisiones que necesita la Policía Nacional es la desmilitarización del comportamiento de su personal. La ley quitó el nombre de jefe de la Policía por el de director para que ese cambio fuera posible. Pero apenas ha quedado en palabras. La Policía Nacional requiere disciplina y orden, y una jerarquía, pero no como la que tiene el aparato militar, que tiene una función muy distinta de la que corresponde a la Policía Nacional. Defender la soberanía nacional no es lo mismo que defender el orden público. La soberanía resulta afectada por extraños, ejércitos, que nos invaden y arrebatan los símbolos de la identidad dominicana. Defender el orden público es de una naturaleza muy distinta, porque se trata de ciudadanos dominicanos, que aunque sean violadores de la ley tienen derecho a la vida, y en República Dominicana no existe la pena de muerte.

Saludamos las decisiones anunciadas por el presidente Luis Abinader el domingo, respecto de la reforma de la Policía Nacional, y confiamos que Eduardo Alberto Then entenderá el rol que le toca jugar en esta oportunidad que le ha abierto el presidente de la República, para contribuir con la seguridad ciudadana, una aspiración tan alta y tan cara para el país.