La investigación, acusación y detención de varios funcionarios de la FIFA envía un mensaje simple y poderoso: no importa cuán intocable parezca ser una entidad, en el mundo actual ninguna organización, empresa o Gobierno es inmune al escrutinio público y la aplicación de la ley cuando se trata de denuncias de fraude y corrupción. Tolerar la corrupción como un “costo de hacer negocios” está pasando rápidamente de moda.
El Banco Mundial hace grandes esfuerzos en su lucha contra la pobreza por inclinar la ecuación en favor de los negocios limpios. Investigamos y hacemos responsables a los autores cuando recibimos denuncias de irregularidades en los proyectos. Desde que comenzamos esta tarea, hemos sancionado a más de 700 empresas y personas por conductas indebidas en nuestros proyectos. La mayor parte de estas sanciones implica alguna forma de inhabilitación, haciendo que las personas y las empresas no puedan ser elegidas para presentar ofertas en futuros contratos financiados por el Banco. Recientemente, hemos publicado un examen actualizado (i) de nuestra labor relacionada con la investigación y la adjudicación de casos de fraude y corrupción, y esto muestra que es posible combatir la corrupción de una manera eficiente, eficaz y justa.
Mirando hacia atrás, el Banco Mundial tardó muchos años en crear un sistema sólido de sanciones. Tenemos enseñanzas sobre esta experiencia para compartir con las autoridades nacionales competentes, las empresas y los nuevos actores en la tarea del desarrollo que se unen a la lucha contra la pobreza.
¿Qué sabemos sobre el fraude y la corrupción? Por un lado queda claro que el problema no se limita a un solo país o región. Tampoco se trata de un fenómeno del mundo en desarrollo: las empresas y las personas atrapadas pagando sobornos o mintiendo acerca de su desempeño provienen por igual de países ricos y pobres.
¿Cómo son los casos? Una gran cantidad conlleva sobornos y aceptación de gratificaciones para obtener contratos o prácticas colusorias que obstaculizan la competencia. Muchos casos cubren sencillamente el fraude: todo, desde falsear la experiencia, hasta ocultar los conflictos de intereses y la facturación falsa. Más del 80 % de los casos de sanciones iniciados por nuestros investigadores ha incluido demandas por prácticas fraudulentas. Y el fraude puede ser tan perjudicial para los resultados del desarrollo como un soborno. Piense en el contratista que usa materiales de calidad inferior en la construcción de carreteras y miente para obtener el pago. La carretera se destruye después de una temporada de fuertes lluvias y son las personas —que dependen de la carretera para conectarlas a los mercados, los hospitales y las escuelas— quienes son engañadas.
¿A quiénes atrapamos robando a los pobres? A todo el mundo, incluyendo las corporaciones multinacionales, las pequeñas empresas e incluso las organizaciones no gubernamentales (ONG). El alcance del problema es amplio. No importa el sector o el tamaño del contrato, el fraude y la corrupción pueden distorsionar el sistema de adquisiciones públicas y limitar la eficacia del desarrollo.
Las sanciones que imponemos se toman con seriedad. Cuando inhabilitamos a un individuo o a una empresa, ellos no solo pierden oportunidades de hacer negocios con el Banco Mundial, sino que automáticamente no pueden hacerlo con los otros bancos multilaterales de desarrollo. El costo para la reputación es igual de importante: las sanciones del Banco Mundial se anuncian públicamente y nuestra lista de inhabilitaciones (i) es cada vez más consultada por los organismos nacionales, las ONG y los servicios de asesoramiento del sector privado.
Las sanciones son fundamentales para impedir futuras infracciones. Aunque el castigo es necesario, nunca será suficiente para abordar plenamente el tema de la mala gestión de gobierno. Después de ocho años de experiencia en la creación y el desarrollo de un sistema serio de sanciones, el Banco Mundial se centra ahora cada vez más en los incentivos relacionados con la cooperación y la adopción de medidas de cumplimiento sólidas. En otras palabras, trabajamos con nuestros asociados para promover una cultura de la prevención y el cumplimiento de la integridad de manera de ayudar a las personas y las empresas a mantenerse alejadas de los problemas en primer lugar y proteger los escasos recursos para el desarrollo.
Una de las tendencias más prometedoras que observamos es que decir no a la corrupción tiene sentido desde el punto de vista empresarial, no solo debido a la mayor probabilidad de ser descubierto, sino también porque es una cuestión de buen gobierno corporativo. Si los empleados están pagando sobornos o manipulan de manera fraudulenta la facturación, eso es una señal de que los controles de la empresa tampoco están protegiendo las finanzas. Esta es una lección importante que hemos aprendido, y que parece que también está llegando al fútbol.