¿Cuál es el siguiente paso de los tres presidentes que firmaron el documento en que llaman a los Estados Unidos y a Naciones Unidas a poner atención y aplicar un plan para reconducir a un proceso de pacificación y normalización de Haití?

Sería bueno conocerlo. Tal vez los presidentes Luis Abinader, de República Dominicana, Laurentino Cortizo, de Panamá, y Carlos Alvarado, de Costa Rica, saben los siguientes pasos en ese punto de su acuerdo, y no lo han dicho abiertamente para que pueda materializarse.

Algo nuevo es que en Haití ha habido movimientos, desde que se firmó el documento. Siguen secuestradas 17 personas de Estados Unidos y Canadá, en manos de delincuentes que han hecho de la violencia su patrón de conducta y que han acorralado a las autoridades de Haití. Piden 17 millones de dólares por el rescate y han amenazado comenzar a asesinar a los secuestrados. Estados Unidos y Canadá no se quedarán de brazos cruzados y tomarán medidas drásticas, si hubiese que tomarlas, para salvar las vidas de sus ciudadanos. Está claro que agentes federales norteamericanos ya actúan en Haití en procura de salvar las vidas de los miembros de la organización Christian Aid Ministries, con sede en Ohio. El grupo delincuencial que ha reivindicado el secuestro se hace llamar '400 Mawozo’,

Leon Charles, el poderoso jefe de la Policía Nacional de Haití, renunció de la posición, según la información ofrecida por el primer ministro Ariel Henry. La presunción es que la dimisión tiene que ver con el secuestro de los 17 misioneros norteamericanos y canadienses. Sin embargo, se recuerda que el 7 de julio pasado el presidente Jovenel Moise fue asesinado en su propia habitación, y Leon Charles no dimitió de la jefatura de la Policía Nacional de Haití. En Haití no hay Ejército ni Fuerzas Armadas y la Policía es el único cuerpo armado, con 14 mil hombres bajo su control, pero que ha perdido el control del territorio haitiano, ahora en manos de bandas armadas.

En Haití se cocina un baño de sangre, como tradicionalmente ha ocurrido, con acciones descabelladas y descontroladas de grupos sin posibilidad de aportar nada bueno a ese país.

Los grupos de secuestradores han aportado el elemento que faltaba para una intervención militar internacional y un control del gobierno por parte de fuerzas externas, especialmente patrocinada por el país que está siendo víctima del secuestro de sus ciudadanos, Estados Unidos.

Una posibilidad para evitar el baño de sangre que se prepara es retomar el Acuerdo de Panamá, firmado por los presidentes de República Dominicana, Costa Rica y Panamá.

Ese documento debía servir de excusa a la comunidad internacional para tomar acciones rápidas, urgentes, en procura de evitar nuevos secuestros y un mayor control del territorio haitiano por las bandas de secuestradores. Lo que propone ese documento es lo siguiente:

a) Desarme y pacificación de la población y el fortalecimiento de la seguridad, como preámbulo para la celebración de elecciones libres y transparentes, en pro del bienestar de su pueblo.

b) Un plan integral para el desarrollo y construcción de infraestructura pública que genere empleo masivo y mejore la calidad de vida de la población haitiana.

c) Financiamiento de un programa comunitario para recuperar las cuencas, reforestar y restaurar los ecosistemas, entre otros.  Este programa contribuirá a la creación de empleos.

d) Instamos asimismo, a la comunidad intencional a presentar, con el apoyo de organismos internacionales, tales como la CEPAL y el PNUD, un plan de desarrollo integral sostenible para Haití.

No hay nada nuevo que pueda aportar el gobierno de Ariel Henry o la BINUH, de Naciones Unidas. Los partidos no funcionan, el gobierno no gobierna, la sociedad civil anda acorralada, y ahora quien puede tomar acciones es la fuerza norteamericana que busca salvar a los pastores y promotores de desarrollo secuestrados.

Si ese documento de los presidentes centroamericanos y caribeños no se rescata, y se pone como salida plausible y urgente, lo que estaremos viendo en Haití será un baño de sangre mayúsculo, y el desgobierno total, al que podría acceder un personaje funesto como Jimmy Cherizier alias Barbicue.