Luego de que Nicolás Maduro jurara por un segundo mandato consecutivo como presidente de Venezuela hasta el 2015, era de esperarse un desenlace provocado por la oposición y en particular por la anulada Asamblea Nacional, dominada por los partidos opositores.

Al mismo tiempo que se realizaba el espectáculo de la instalación de Maduro como presidente reelecto, la Asamblea de la Organización de Estados Americanos emitía el voto mayoritario de 19 países que desconocían ese gobierno, considerándolo ilegítimo, usurpador, represivo y negador de los valores democráticos contenidos en la Carta Democrática Interamericana.

El gobierno de Nicolás Maduro fue desconocido por 19 países, incluyendo República Dominicana y Haití, que habían mantenido posturas conservadoras y de propuestas de diálogo entre la oposición y el gobierno. Pero Maduro es indefendible y su régimen es cada día más odioso y repudiado a nivel mundial. Los aliados que le quedan al régimen moribundo de Venezuela son Cuba, Bolivia, Rusia y hay que suponer que el régimen dictatorial de Nicaragua. También México, que ha retomado la política internacional cardenalicia de la no intervención en los asuntos internacionales, ahora con Andrés Manuel López Obrador.

El gobierno dominicano tendrá que ser consecuente con su voto en la Asamblea de la OEA que desconoció el gobierno de Nicolás Maduro. El siguiente paso es el que han dado los países de la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá, Perú, Guatemala, Chile, Ecuador, Colombia, Brasil, Argentina, Paraguay, entre otros, reconociendo al presidente de la Asamblea Legislativa Juan Guaidó como presidente interino, para que reorganice el país y realice nuevas elecciones con transparencia, que doten a ese país de un gobierno legítimo.

Estados Unidos fue quien adoptó con mayor rapidez la decisión de reconocer a Guaidó como presidente interino. Nicolás Maduro anunció de inmediato la ruptura de relaciones diplomáticas con ese país. Fue un acto fallido, porque al reconocer a Guaidó como presidente interino el gobierno de los Estados Unidos lo que hacía era desconocer de manera más firme al régimen de Nicolás Maduro.

Nunca antes se había dado una situación hemisférica como la de Venezuela y la clara división de los países en cuanto reconocer o no a un régimen. Venezuela internamente está más que dividida. Miles de personas han salido a las calles a protestar contra el régimen de Maduro y varias personas de las que protestaban fueron asesinadas. Hubo movilizaciones en varias ciudades de Venezuela, pero la mayor manifestación ocurrió en Caracas, en donde también hubo pronunciamientos de dos bandos militares en franca contradicción: Uno adherido a la defensa de Nicolas Maduro y otro llamando al pueblo a irse a las calles pacíficamente.

Maduro es indefendible y su régimen es una vergüenza. Millones de venezolanos han tenido que irse al exilio económico y político. Se ha dicho que más de cuatro millones de personas han tenido que salir del país en los últimos cinco años. La producción se ha ido al suelo. No hay servicios de salud, de educación, no hay alimentos ni medicamentos, y los trabajos productivos no existen al margen de las migajas que otorga el gobierno. La gran tragedia de Venezuela ha sido el petróleo, cuya producción está en franca bancarrota.

Por más odioso que sea el gobierno de Donald Trump con sus políticas de derecha y sus proclamas de que todo debe ser primero para los americanos, y sus odios contra la migración, nada de eso debe opacar la necesidad de un cambio de régimen en Venezuela, pues las elecciones presidenciales fueron un fraude mayúsculo, y sus resultados no podrían ser más ilegítimos. La presencia de Trump en este debate no debe ocultar las ilegalidades y patrañas de Nicolás Maduro y sus socios. Venezuela debe volver al carril democrático, y eso es más urgente porque hay una tragedia humanitaria en ese país.

El paso que le faltaría al gobierno dominicano es reconocer a Juan Guaidó como presidente interino y que trabaje restableciendo la democracia, creando instituciones que respeten los derechos electorales, y organizando elecciones libres.