Jean Alain Rodríguez, Procurador General de la República, mediante la resolución número 02792 creó la Dirección de Prevención, con la que pretende iniciar de nuevo la Política Criminal del Estado sustentada en prevenir delitos y actos de corrupción.

Bien por el nuevo Procurador que se interese en crear un departamento preventivo. Poco le servirá, sin embargo, dado que la prevención es un eje transversal de la actuación del Ministerio Público a todos los niveles, desde arriba hasta abajo, concluyendo con la persecución y castigo de los delitos. La parte más importante de la prevención es precisamente la aplicación de la sanción correspondiente para cada violación, establecida por ley, sin impunidad.

Cuando la familia fracasa en formar hijos e hijas con disciplina y solvencia moral, cuando la escuela fracasa en formar ciudadanos responsables y respetuosos de la ley, cuando la sociedad se ve amenazada por los actos criminales que contra su tranquilidad y estabilidad se cometen, es cuando corresponde entrar al Ministerio Público en su defensa, con la aplicación de la ley. Le toca al Ministerio Público poner en marcha el Código Penal y el Código de Procedimiento Criminal, y que su verticalidad contra los criminales y los corruptos sea el mensaje preventivo para quienes flaquean en el momento de decidirse por hacer lo que manda la ley y no lo que prohíbe la ley.

El trabajo del Ministerio Público podría considerarse complejo y difícil, porque le corresponde sancionar, con el auxilio de la justicia, a los criminales. No es extraño que el sistema penitenciario dependa de la Procuraduría General de la República, y que las leyes especializadas en persecución de delitos especiales, como los ecológicos, la corrupción, los abusos contra la infancia, el fraude eléctrico, estén a cargo de la Procuraduría General de la República.

Por tanto, lo del departamento preventivo -aunque esté revestido de buenas intenciones- no es más que un paño tibio del Procurador Jean Alain Rodríguez frente a los grandes desafíos que tiene por delante. Una alternativa, si le interesa y está convencido del trabajo preventivo, es mejorar su relación o formular acuerdos con el Ministerio de Educación, el Ministerio de Interior y Policía y con otras instancias, que sí tienen por misión la labor preventiva o de educación sobre aspectos reñidos con la ley.

A la Procuraduría General de la República le corresponde actuar ex post, y no andarse con medias tintas frente a los muchos delitos, abusos, violaciones a las leyes y actos de corrupción que se cometen frente a los ojos del país y de las propias autoridades.

El director General de Impuestos Internos, Magín Díaz, acaba de decir esta semana que la evasión fiscal es un crimen y que “muchos dominicanos han hecho de la evasión impositiva uno de sus deportes favoritos”. En la práctica nadie ha ido preso por evadir el pago de los impuestos establecidos por leyes.

Las pruebas en manos de la Procuraduría Especializada en Persecución de la Corrupción  Administrativa (PEPCA) sobre múltiples actos de corrupción son más que evidentes. Y no se ha procedido como corresponde, como en los casos de la OISOE, Banco Peravia o el caso de la compra de los aviones Tucano.

Lo preventivo, lo que sí ayudaría a evitar que se violen las leyes de compras y contrataciones, que se cobre peaje en las contrataciones de obras públicas, y en los pagos a los contratistas, y en los sobornos a los congresistas, es que cuando se tienen esas pruebas, se proceda con justicia y sin contemplaciones. Y que el país sea testigo de la transparencia como actúan los miembros del Ministerio Público. Y tengan fe en su verticalidad en la defensa del patrimonio público. Esa es la mejor prevención.

Le deseamos suerte, señor Procurador. Pero si se dedica a prevenir el crimen usted jamás perseguirá a los criminales y ladrones.