El 7 de enero se conmemoró el día del Poder Judicial. Esta fecha está consignada en el artículo 40 de la Ley 327 de 1998. Esta conmemoración debió ser una expresión de alegría y de felicidad para todos los dominicanos; inclusive debió ser una ocasión para la celebración colectiva, si contáramos con un Poder Judicial creíble y justo. Pero no fue así. El 7 de enero no alcanzó ninguna singularidad por el sujeto festejado; al contrario, la fecha que hemos señalado nos ha dejado incertidumbre y pesar. Es dolorosa para una sociedad la constatación de que uno de los Poderes del Estado más importantes se desmorona cada día que pasa; se vuelve cada vez más inconsistente, a pesar de los esfuerzos colosales que realiza una minoría de magistrados. Gracias a esta minoría que no participa del mercado judicial, que honra este Poder con un trabajo ético impecable, que  piensa y actúa sin dejarse doblegar por la lógica partidaria, podemos decir todavía que otro poder judicial es posible.

Compartimos con nuestros lectores cuatro razones que nos hacen pensar que otro poder judicial es posible en el contexto actual de República Dominicana:

La primera razón radica en que la sociedad dominicana está tomando mayor conciencia de la urgencia que tenemos de un tejido social caracterizado por una democracia digna e incluyente. Diariamente constatamos indicadores de los pasos que grupos, instituciones y movimientos están dando para que avancemos hacia una democracia sostenible para todos. Una democracia real e inclusiva no es posible sin una justicia íntegra y justa. Por ello las denuncias y las acciones, individuales y colectivas, para que la justicia funcione como debe, cuando debe hacerlo y donde debe hacerlo van obteniendo un reconocimiento social más amplio. Este proceso es lento y difícil; pero tenemos la convicción de que es posible.

La segunda razón descansa en  que dentro de los miembros del Poder Judicial hay magistrados que todavía no han vendido su pensamiento, no han hipotecado su libertad; y, sobre todo, tienen un conocimiento cabal de la sociedad dominicana y del ejercicio de la justicia. Este núcleo pequeño pero con valentía incrementada contribuye para que el Poder Judicial vaya adquiriendo otro talante. Tardaremos en ver esta obra acabada, pero se camina hacia la transformación de magistrados marionetas en magistrados con un ejercicio científico de su profesión y con un compromiso insobornable con la humanización de la justicia y de la sociedad a la que esta le sirve.

La tercera razón tiene su fundamento en que en el país existen instituciones de diversos campos del conocimiento comprometidas con una formación holística y transformadora de las personas; una formación que tiene como foco la constitución de sujetos. Formarlos en esta perspectiva los compromete activamente con el reconocimiento y el  fortalecimiento de los derechos y de las responsabilidades de las personas y de la sociedad en general. Para que los sujetos formados en esta dirección fortalezcan su dimensión colectiva y abracen la causa del bien común, tienen que contar con una justicia transparente y ética.  Estamos convencidos de que las personas que participan de esta formación pueden ser actores claves en los procesos de cambio de una justicia afectada por la corrupción y la impunidad, para avanzar hacia una justicia confiable y consistente.

La cuarta razón estriba en que en el mundo se producen cambios múltiples, con ritmos e intensidades diversas. Estos cambios, de un modo u otro, impactan el desarrollo de la República Dominicana. Quizás la resistencia a estos cambios es fuerte en el país,  pero de alguna manera este impacto llegará a los Poderes del Estado Dominicano; y uno de los primeros en ser impactados será el Poder Judicial. Esto podría suceder así por la naturaleza misma de ese poder: está al servicio de las personas para garantizar el equilibrio social y la indagación de la verdad. Las personas, las instituciones y los movimientos no resisten más falta de claridad en el Poder Judicial. Claman por la superación de su actual vulnerabilidad; y esto los impele a trabajar arduamente y de forma coordinada para que el cambio en el Poder Judicial de República Dominicana sea concreto y sin demora.  Esperamos que el 2018 sea un año en el que demos pasos efectivos para que otro Poder Judicial sea posible.