La dominicana es una sociedad versátil. Su versatilidad se evidencia en múltiples manifestaciones y capacidades. Este es un rasgo importante del cual quizás no nos damos cuenta, pero es así. Está presente de forma acentuada en las personas, en los grupos y en las organizaciones. La Real Academia de la Lengua indica que versátil es una palabra que deriva del latín y significa se vuelve o se puede volver fácilmente, capaz de adaptarse con facilidad a diversas funciones y carácter voluble e inconstante. De las tres acepciones la que atribuyo a nuestra sociedad es la relativa a la capacidad de adaptación con facilidad para el desempeño de funciones. Tengo la convicción de que es la acepción que más encaja. Su versatilidad en la dirección que hemos elegido se nota con mayor fuerza, pero no exclusivamente, en la temporada navideña. Por ello, desde los últimos días del mes de septiembre o principios de octubre comienzan a escucharse canciones navideñas en la radio, en la calle, en los hogares y en espacios diversos. Se va creando un ambiente de alegría, de fiesta, de encuentros e intercambios de vivencias de ayer y de hoy, que levantan el ánimo de las personas, de los grupos y de las familias.

Este ambiente de canto, alegría y baile contagia a los niños, a los jóvenes y a los adultos mayores. Todos nos ponemos en plan de celebrar para recuperar vida, para recuperar capacidad de resistencia ante los problemas que nos abaten. Este clima distendido y bullanguero se intensifica con la llegada de muchos dominicanos y dominicanas ausentes. Estos llegan cargados de entusiasmo, de deseos sinceros de compartir con las familias y con los amigos. En este período, son muchas las oportunidades que brinda el país para el descanso, la relajación y el conocimiento de la belleza natural de zonas poco conocidas y visitadas. El reencuentro familiar, también, influye en la creación de una temporada especial, por las emociones que emergen de los años prolongados fuera del país; por la oportunidad de volver a disfrutar de la cercanía de los familiares; y por el reencuentro también con el país, al encontrarlo con elementos diferentes a la época en que marchó al exterior..

La versatilidad es más visible cuando, con pocos recursos, se organiza la creación de fondos colectivos que posibilitan el intercambio de regalos, la organización de fiestas entre amigos; y, además, la organización de excursiones navideñas que fortalecen los lazos familiares y amicales. En este marco, la alegría y la creatividad se notan en el esfuerzo que desarrollan para pintar la casa, para cuidar la limpieza y los adornos de la zona donde viven. Asimismo, las flores navideñas se observan en muchos ambientes, los adornos naturales y exóticos adquieren relevancia. De igual modo, las personas emplean gran parte de su tiempo para su organización personal y diseño de planes futuros. Realmente, el país entra en un receso largo a pesar de los problemas que afectan a esta sociedad. Esto indica que el alma de la sociedad dominicana está viva; y que ningún problema se va a colocar por encima de su capacidad de soñar, de disfrutar, de celebrar y de convivir a ritmo de merengue, de salsa, de bachata, de baladas, de aguinaldos y otros géneros musicales. Es una convivencia que reúne, también, para la reflexión, para el fortalecimiento de una espiritualidad más encarnada y con un potencial transformador de actitudes y de prácticas. A pesar de todo, la vida brota en la República Dominicana; una vida que contagia, inspira y nos involucra a todos en un proyecto de esperanza que debemos sostener y darle más credibilidad en la vida cotidiana.