Los autores de este texto son: Mirta Roses Periago, enviada especial del Director General de la OMS para América Latina y el Caribe, y David Nabarro, enviado especial del Director General de la OMS para Europa y América del Norte, respectivamente.
El mundo es testigo del surgimiento de variantes más infecciosas del virus SARS-CoV-2, pero en la titubeante carrera para garantizar el acceso equitativo a las vacunas un puñado de países ha tomado la delantera y ha vacunado a sus poblaciones, dejando atrás a muchas de las personas vulnerables del mundo.
Las comunidades contienen a duras penas su impaciencia y cansancio, lo cual es comprensible. Sin embargo, aligerar las medidas básicas de salud pública, como la obligatoriedad de llevar mascarilla y el distanciamiento social, podría echar leña al fuego de la transmisión. Con las nuevas variantes más infecciosas y la actitud del «yo primero» que impera en algunos países, quienes todavía no se han vacunado o solo han recibido una dosis corren más riesgos.
El mundo se encuentra en una encrucijada peligrosa y nosotros, los Enviados Especiales del Director General de la OMS, pedimos un compromiso renovado para un planteamiento integral que nos permita derrotar la pandemia. Tenemos que acelerar en dos vías: la vía del apoyo de los gobiernos y los fabricantes de vacunas a todos los Estados Miembros de la OMS en sus esfuerzos acelerados por generar capacidad de fabricación de vacunas y vacunar a las poblaciones más vulnerables, y la vía de la perseverancia férrea de las personas y las comunidades en el mantenimiento de las medidas esenciales de salud pública para romper las cadenas de transmisión.
La primera vía requiere la aplicación inmediata de los reiterados llamamientos de la OMS y sus asociados de COVAX sobre el uso óptimo de las vacunas. A escala mundial se han distribuido casi 3000 millones de dosis, de las que solo 90 millones han pasado por COVAX. Hay al menos 60 países que dependen de COVAX para las vacunas y que tienen tasas de vacunación con un promedio inferior al 3%. Se debe poner en marcha una estrategia de ámbito mundial, regional y nacional para vacunar en primer lugar a las personas más vulnerables, y evitar que los trabajadores de la salud, las personas mayores y quienes tienen afecciones subyacentes se vean expuestos al riesgo de enfermar gravemente.
Ello incluye también apoyar el llamamiento de la OMS para vacunar al menos al 10% de la población de cada país antes de septiembre, y la «campaña hasta diciembre» para vacunar al 40% para finales de 2021. Lograr el objetivo de septiembre implica vacunar a 250 millones de personas adicionales en los países de ingresos bajos y medianos en tan solo cuatro meses, dando prioridad a todos los trabajadores de la salud y los grupos de mayor riesgo con el fin de salvar vidas.
Estos objetivos están en consonancia con la audaz iniciativa de la OMS, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio y el Banco Mundial de hacer un llamamiento para incrementar la financiación en US$ 50 000 millones para vacunar al 40% de la población mundial antes de finales de año y al 60% para mediados de 2022. Tal inversión palidece en comparación con los billones de dólares en pérdidas y costos económicos provocados por la pandemia.
La OMS sigue trabajando para poner a disposición de todas las personas vacunas seguras y eficaces y otras herramientas, desde la publicación de listas de uso en emergencias (EUL) para ocho vacunas hasta la fecha, la puesta en marcha del Acelerador del Acceso a las Herramientas contra la COVID-19 a fin de estimular el desarrollo y acceso a soluciones para diagnosticar, tratar y vacunar a personas vulnerables en todos los países, y la posibilidad de que los países en desarrollo tengan capacidad propia para fabricar vacunas. Invertir en la capacidad de fabricación y diagnóstico, la capacidad de secuenciación de virus, una vigilancia intensificada de casos y otras medidas es esencial para contener esta pandemia.
Los países con las mayores reservas de vacunas no deberían acapararlas ni presionar para vacunar a toda su población, mientras otros países no tienen nada. Ello ni siquiera redunda en su interés, ya que la intensa circulación del virus en países sin vacunas aumenta la posibilidad de que surjan variantes más transmisibles y peligrosas, lo que amenaza con restar eficacia a las vacunas actuales.
Al mismo tiempo, el mundo no debe perder de vista la segunda vía, que requiere que todas las personas renueven su compromiso de protegerse y proteger a los demás manteniendo la adhesión al uso de mascarillas, el distanciamiento físico, la ventilación y otras acciones de probada eficacia para contener la propagación del virus. Colaborar con las comunidades, generar confianza y empoderar a las personas para que se sientan parte de la respuesta son las claves que inspiran a la población a continuar, pese a que la pandemia dura ya más de un año.
Lo importante es salvar vidas. Es un imperativo moral de la humanidad. La solidaridad mundial –aun alimentada por el interés egoísta de impedir que surjan nuevas variantes– es más necesaria que nunca. Haciendo un llamamiento activo a un enfoque de doble vía para garantizar la vacunación de los más vulnerables y el mantenimiento de las acertadas medidas de salud pública, y exhortando a quienes podrían poner más de su parte, el mundo entero puede a la vez beneficiarse y salvar vidas. Nadie está a salvo hasta que todos estemos a salvo.