Las autoridades del gobierno y de la Junta Central Electoral deben evaluar la respuesta que darán a los jóvenes que protestan, con base legal y con indignación, reclamando explicaciones y sanciones a la anulación de las elecciones municipales del pasado domingo.

En primer lugar ubicaron un espacio céntrico y simbólico para realizar sus manifestaciones, precisamente al frente de la Junta Central Electoral, y al otro lado del Ministerio de Defensa de la República Dominicana.

Las protestas se iniciaron el lunes con muy pocos asistentes. Las redes sociales ejercieron su papel, y del relajo y la burla iniciada por un comunicador gobiernista, se pasó a una ampliación de la convocatoria, que fuera un poco más allá de los jóvenes de clases medias. Poco a poco se amplió el conglomerado, y el martes fue mayor la concentración.

El miércoles se quintuplicó el número de asistentes. El gobierno se dio cuenta de la magnitud del fenómeno y descubrió el error que se cometió al lanzar bombas lacrimógenas contra los manifestantes. Esas bombas fueron el impulso mayor para hacer crecer la indignación. Llegaron los artistas, comunicadores, actrices, gentes de reconocida prestancia, y las demandas crecieron en los pueblos del Cibao, especialmente Santiago y Puerto Plata, La Vega, San Cristóbal y algunos pueblos más.

Ya el jueves la manifestación fue mayor. Las autoridades bajaron las banderas de la Plaza de la Bandera. El día anterior los manifestantes las pusieron a media asta, en señal de luto por la democracia. El jueves llevaron sus banderas y volvieron a ponerlas a media asta. Y como tienen acceso a recursos, llevaron alimentación, agua potable, refrigerios y los pusieron a disposición de los agentes policiales. Organizaron la recogida de basura y dejaron en completa limpieza la simbólica Plaza, en donde hay numerosas entidades públicas, además del Tribunal Constitucional, y tres grandes esculturas con las imágenes de los padres de la patria.

Esa protesta seguirá creciendo. Además de las manifestaciones a la misma hora en muchos pueblos y municipios, especialmente cabeceras de provincias, han comenzado a sumarse manifestaciones en ciudades como Nueva York, Amsterdam, Madrid, París, Zurich y en muchos otros lugares, donde los dominicanos desean dejar constancia de su indignación con la cancelación de las elecciones.

Hay que recordar al gobierno que así mismo comenzó Marcha Verde, y se pensó que sería un movimiento espontáneo y de corta duración. Y no ocurrió así. La indignación por el caso Odebrecht se mantuvo por más de dos años, y las movilizaciones se expandieron por las más importantes ciudades, poniendo a temblar a las autoridades.

La gran diferencia es que cuando inició Marcha Verde, en 2016, apenas acabábamos de salir de un proceso electoral exitoso para las autoridades, en el que fue ratificado el presidente y vicepresidente de la República, y el presidente del Partido de la Liberación Dominicana era el doctor Leonel Fernández.

Ahora la situación es diferente.

Las protestas ocurren por el fracaso de las elecciones municipales. Se atribuyen responsabilidades hacia un lado y otro, pero la percepción pública es que el gobierno está involucrado con el fracaso del proceso electoral. Y que la JCE le ayudó en ese plan. Por eso los reclamos van dirigidos a pedir sanciones contra los responsables del fracaso de las elecciones, y contra los miembros titulares de la JCE, a quienes piden su renuncia.

La JCEy el gobierno tienen que actuar con rapidez en la respuestas a ofrecer para desactivar este movimiento. Un paso ha sido la convocatoria de elecciones para el 15 de marzo. Las manifestaciones siguen, sin embargo. Los partidos han convocado una manifestación para el sábado 22, en la tarde, desde la avenida Núñez de Cáceres con 27 de Febrero, para dirigirse hacia la Plaza de la Bandera. Se juntarán las dos manifestaciones. Los jóvenes que organizan estas protestas, además de ampliar sus horizontes a los municipios y ciudades del exterior, están convocando a una gran manifestación el 27 de febrero, fecha conmemorativa de la Independencia de la República Dominicana. Leonel Fernández, ex presidente del PLD, está del lado de los manifestantes y defiende sus actuaciones. El PRM, principal partido de oposición, también apoya las protestas.

Esto puede ser más riesgoso, y más complicado, para el gobierno que lo que se había imaginado. En asuntos de indignación y protestas sociales las pobladas y la violencia social no tienen un parámetro establecido. Esto demanda respuestas más ágiles que las que se están ofreciendo. Ojalá el liderazgo del país lo entienda.