El ejemplo más elocuente del atraso democrático al que ha sido llevado el sistema político de los Estados Unidos es la incertidumbre sobre si Donald Trump y los republicanos aceptarán su derrota o no.

Las denuncias de fraude, sin fundamento, del presidente Trump solo agrega nubarrones y desconcierto en un proceso electoral que ha debido ser ejemplo del mundo democrático, pero que no lo es, por todos los enmarañamientos en que se ha visto envuelto.

Ciudadanos temerosos de asistir a los centros de votación. Ciudadanos armándose, con fusiles y otras armas convencionales, para hacer frente a cualquier circunstancia que se presente en el proceso electoral. Negocios grandes y pequeños protegiéndose, asegurando sus espacios, porque el proceso electoral del 3 de noviembre traería violencia. Gente encerrada en sus casas, con temor, y con resistencia a salir a las calles, porque los simpatizantes de Trump eran los propietarios de los espacios públicos el día de las votaciones. Impugnaciones de Trump y los republicanos a los votos anticipados, especialmente al sistema de votación por correo, alegando que le estaban haciendo fraude.

Ausencia de pruebas en las denuncias. Abundancia de informaciones falsas. Manipulación abierta y cínica de cualquier dato que pudiera favorecer el criterio de los trumpistas, además de divulgación masiva de información abiertamente mentirosa. A todo ello se sometió el pueblo americano en este proceso electoral. Y por ello, los países latinoamericanos y caribeños, que hemos tenido recientes procesos electorales comparamos uno y potro proceso, y podríamos decir con entera razón que en América Latina somos más transparentes y democráticos que en los Estados Unidos, pese a que ese país traza normas de cómo debemos llevar nuestros procesos.

El proceso electoral del 2020 se convirtió, forzosamente, en un plebiscito sobre la gestión de los últimos 4 años del señor Donald Trump. Pocas veces en la historia de la política y el gobierno de Estados Unidos habían vivido en medio de tanta tensión e incertidumbre. Pocas veces habían desertado tantos funcionaros del gobierno, con poco tiempo de haber sido designados. Pocas veces un presidente había violentado las normas democráticas, y había sido tan poco transparente en sus propias decisiones y en sus finanzas personales. Pocas veces un presidente había sido tan amigo del nepotismo y de los aliados antidemocráticos. Por tanto, el plebiscito motivó que estas hayan sido las elecciones más votadas de ese país en más de un siglo, y que el candidato demócrata se haya convertido en el más votado de toda la historia de los Estados Unidos.

Seguimos siendo testigos de situaciones extremas, excepcionales, en el sistema democrático de la potencia política y militar de mayor extensión en el mundo, y que en los últimos cuatro años ha decidido negar la globalización y resistir todos los esfuerzos de cooperación y multilateralismo, incluyendo los esfuerzos de todo el sistema de las Naciones Unidas. Ahora somos los latinoamericanos los que debemos dar el ejemplo, y los que debemos exigir a los Estados Unidos que está obligado a ser tan efectivo democráticamente como nos ha exigido durante tantos años.