El ministro de Relaciones Exteriores dominicano, Miguel Vargas Maldonado, ya anunció que en la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, convocada para los días 3, 4 y 5 de junio, la República Dominicana fijará posición sobre el gobierno de Nicolás Maduro, recién electo en un cuestionado y oscuro proceso electoral, en el que no participaron las fuerzas principales de la oposición.

Ha pasado una semana luego de que Nicolás Madura fuera declarado ganador de las “elecciones”  presidenciales, y el gobierno del presidente Danilo Mejía no ha dado ninguna señal de felicitar o reconocer ese proceso, como ha sido su costumbre cada vez que hay elecciones y resulta ganador cualquiera de los contendientes en los países con los cuales tenemos relaciones diplomáticas.

República Dominicana ha sido un aliado importante para el gobierno de Venezuela. Cuando la OEA quiso utilizar la Carta Democrática Interamericana, por la anulación de la Asamblea Legislativa, la República Dominicana se abstuvo de condenar a Nicolás Maduro y su gobierno, y propuso que los venezolanos dialogaran. Que la solución no estaba en decisiones adoptadas en organismos regionales, sino en un diálogo de los venezolanos.

Fue tan noticia la posición del gobierno dominicano, que se entendía de apoyo al gobierno represivo de Nicolás Maduro, que finalmente República Dominicana se convirtió en anfitrión de un diálogo que no dio ningún fruto, y que dejó un amargo sabor a la oposición que se presentó con propuestas específicas a las negociaciones.

En medio de ese diálogo Diosdado Cabello dijo que no se reconocería ningún resultado de las negociaciones, y que no habría cambios en Venezuela. En medio de ese diálogo se produjo la masacre contra Oscar Pérez y otros oficiales que le acompañaron. En medio de ese diálogo Nicolás Maduro anunció la convocatoria de elecciones anticipadas, y además dispuso nuevos controles para desconocer a los partidos de oposición. De ese modo impidió que la Mesa de la Unidad Democrática pudiera presentar candidaturas. Por eso tuvo razón Maduro cuando declaró que “Ni Jesucristo que bajara del cielo me ganaba estas elecciones”.

La República Dominicana le ha dado mucho apoyo al gobierno de Nicolás Maduro. Y en medio de una manifestación reeleccionista, sin consultar con el presidente Medina, el señor Maduro reveló que tan pronto ganara las elecciones abriría un nuevo proceso de diálogo con la República Dominicana como país mediador y con el apoyo del presidente Medina. De inmediato nuestro presidente aclaró que no había ningún acuerdo al respecto y que el país no estaba en condiciones de recibir nuevamente a las delegaciones venezolanas para dialogar. Es muy probable que la oposición no esté interesada en ningún diálogo en las condiciones de Venezuela hoy día.

Que nadie se sorprenda si finalmente el gobierno dominicano decide retirar su apoyo al gobierno de Venezuela, y desconozca los resultados de las elecciones que reeligieron a Nicolás Maduro. No haber enviado ninguna comunicación hasta el momento implica que la reflexión del gobierno dominicano se conduce por no continuar con la posición anterior.

La otra cosa: Estados Unidos ha presionado al gobierno dominicano por múltiples vías, incluyendo la visita de Robert Copley, embajador interino de Estados Unidos, al Palacio Nacional, y la reunión en Washington de Vargas Maldonado con el subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, Thomas Shannon, quien seguro aprovechó el diálogo para poner en contexto la posición dominicana de apoyo a Venezuela. Eso pondría en juego la probable elección del país ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en septiembre próximo.

Miguel Vargas ha dicho que “ahora estamos en camino a lo que será la Asamblea General de la OEA, allí fijaremos nuestra posición sobre esto y la vamos a plantear con responsabilidad, en un escenario donde participarán los 34 países miembros de OEA”.

De esa posición dominicana dependerán muchas otras decisiones. De Venezuela, de Estados Unidos, y de los países miembros del llamado “Grupo de Lima”, que no reconoce las elecciones venezolanas y que pide un nuevo proceso electoral, en el que haya transparencia y presencia de la oposición.