En drama que vive Haití resulta difícil para la población empobrecida de ese país, además de desafiante para las autoridades gubernamentales, que deben realizar lo mejor que pueden su trabajo para recuperar el país de los efectos del huracán Matthew, sin recursos, pero en medio de un proceso electoral que en la práctica obstaculiza su labor.

Es lamentable que el presidente provisional haitiano, Jocelerme Privert, tenga que emplearse a fondo para contener los ánimos caldeados por un grupo de legisladores que han considerado ofensivo que militares dominicanos han ido en ayuda de los desvalidos, junto con la ayuda dominicana, para evitar que les asalten y les roben, como ha ocurrido con las caravanas de vehículos de las Naciones Unidas.

Es una vergüenza que en medio de la tragedia lo que sobresale de los políticos y candidatos presidenciales haitianos, en vez de estimular la solidaridad, sea el odio y la desazón contra la presencia de representantes del gobierno dominicano y del sector privado de nuestro país, que han enviado millones de dólares en ayuda, además de apoyo logístico.

El presidente Jocelerme Privert ha sido claro. Países como Venezuela, Estados Unidos, Francia han tenido que enviar protección para la ayuda que están proporcionando a Haití. Son militares al igual que los enviados por la República Dominicana. ¿Por qué molestan o mancillan la dignidad de Haití los militares dominicanos y no los de Estados Unidos, por ejemplo, que han invadido por lo menos en dos ocasiones al vecino país? República Dominicana nunca ha invadido a Haití.

Es cierto que hay querellas, y que los haitianos han sentido rencor con algunas decisiones dominicanas, por ejemplo la desnacionalización de ciudadanos descendientes de haitianos, pero no es motivo para que en medio de las dificultades causadas por el ciclón Matthew, y suspendidas las elecciones del 9 de octubre, los políticos conviertan la solidaridad dominicana en un expediente para incentivar el odio y dar alimentos a quienes desde ambos lados de la frontera quieren incentivar el fuego y no la paz y la convivencia.

Las elecciones haitianas fueron reprogramadas para el 20 de noviembre. Temas tienen los candidatos en abundancia para hacer su campaña sin tener que sacar el expediente del odio y del nacionalismo a ultranzas, destrozando los esfuerzos sinceros que realiza la República Dominicana para apoyar las víctimas de la nueva tragedia que sacude Haití.

Debe ser motivo de reconocimiento, como lo ha hecho Privert, que el presidente dominicano Danilo Medina haya visitado Haití en medio de esta desgracia, y se haya ocupado de reunirse con las principales autoridades, incluyendo las del Congreso, y solo preguntado cuáles son las áreas en que necesitan más apoyo.

Puerto Príncipe ha ido recuperando su infraestructura, y cuenta con servicios de energía eléctrica y agua potable, pero hay muchas zonas de Haití que están completamente desvalidas, en donde la gente está en la intemperie, en donde hace falta agua, energía eléctrica, alimentos y protección, porque los pillajes y los robos son cosas comunes.

Por eso es tan denigrante que los políticos haitianos, sin mirar la tragedia de su propio pueblo, estén de pendencieros mirando que la ayuda dominicana ha ido acompañada de la protección militar evitar el pillaje y el peligro que pudieran correr los voluntarios que han ido a ofrecer apoyo.

La politiquería es lo que está intercediendo en este momento en el manejo de la solidaridad dominicana. Lo que produce desazón y desaliento. Es cierto que no son todos los candidatos ni todos los partidos, pero el momento está tan envenenado que a los candidatos que han demostrado compresión, como Jude Celestin, falsamente le acusan de estar recibiendo financiamiento dominicano para su campaña presidencial. Como dice el pueblo en una sabia sentencia: No hay peor cuña que la del mismo palo.