La Marcha Verde se hace cada vez más visible y vigorosa. Están equivocados aquellos que pretenden detener su fortaleza cívica y política exigiéndose posponer para el ´20 su lucha por las reivindicaciones populares, así como que baile la música de los amañados y moribundos partidos políticos nacionales.
Pero su poder radica en “ser más que un partido político”. Su poder le viene de ser una “multitud” concientizada y comprometida. Michael Hardt y Antonio Negri han propuesto el término “multitud” para expresar “el estado actual de las resistencias de los movimientos sociales contra los gobiernos neoliberales y sus destrucciones”.
Se trata, según estos autores, de una multitud de agentes creativos y diferentes, que forman un sujeto social activo a partir de lo que las singularidades tienen en común, siendo capaz de comunicar y de actuar como un todo, manteniendo sus diferencias internas.
El concepto de multitud “difiere de la noción de pueblo, que es una síntesis que reduce las diferencias dentro de una identidad única. Y también de la de muchedumbre o masa, porque la multitud no está fragmentada, ni es anárquica o incoherente”.
Estos dos autores insisten sobre la importancia de las redes y de la democracia para el funcionamiento de la multitud, hasta el punto de hacer de la organización un proyecto y un desafío común. Afirman que la multitud es un concepto postmoderno porque “se trata de una organización policéntrica fundada sobre la pluralidad continua de sus elementos y de sus líneas de comunicación”.
Pero no se trata de una “multitud” cualquiera, sino de una convergencia de actores reunidos para manifestaciones de protesta, para el intercambio de experiencias y para la construcción de alternativas, hasta en el campo político.
Esta multitud capaz de movilizar a todos los sectores vinculados con las causas sociales justas y éticas no necesita la aprobación de grupos políticos y económicos para existir y actuar. Ni tampoco necesita hacer alianzas con los poderes de la opresión.
En tanto convergencia de movimientos sociales, la multitud nace de la percepción de realidades y reivindicaciones que afectan a los ciudadanos y que las asume como metas para la acción.
Pero para que perdure en el tiempo, la multitud necesita un proceso de institucionalización, evitando copiar la estructura burocrática de los partidos políticos para no perder su esencia “policéntrica aglutinadora y esencialmente participativa, incluyente y democrática.
En tal sentido, la “multitud verde” habrá de organizar su lucha. Ha dado sobradas muestras de que puede hacerlo y lo hará. No sólo deberá actuar en función de la agenda del “adversario”, sino del proyecto de transformación radical del sistema político, social y económico del país y sus vinculaciones con los organismos globalizadores.
No es una multitud reactiva. Es una multitud reflexiva y activa que procura construir un nuevo sujeto social y una nueva conciencia colectiva con capacidad crítica para evaluar la cotidianidad local, nacional e internacional y tener una participación activa en la transformación y el ordenamiento de la misma.
Es una multitud con la mirada puesta en la recuperación del espacio de participación en las luchas sociales para construir un “vínculo adulto y depurado” con un campo político renovado, creando formas de una democracia participativa que se consolida desde abajo.
Y por supuesto, una multitud que aprende colaborativamente mediante foros locales, regionales y nacionales como espacios de convergencia de movimientos y organizaciones populares que persiguen la construcción de una conciencia colectiva con varios con capacidad crítica y con una ética de protesta contra todo tipo de injusticia, desigualdad, corrupción e impunidad.
Para mantener la acción, sostener la motivación y continuar creciendo, la “multitud verde” deberá exhibir resultados. No se trata de un logro cualquiera, sino del tipo de los que movilizan varios actores sociales en una acción común, sobre objetivos relacionados con una visión de conjunto elaborada por los distintos movimientos sociales que la integran y la hacen visible.
La “multitud verde” ha asumido una reconstrucción política, cultural, ética espiritual del país, que recoge la indignación, la rebeldía y la esperanza de los dominicanos. ¡Sumarse activamente a ella parece un llamado ineludible!