Raúl Rizit Yeb, presidente de Grupo Mejía Arcalá, un emporio comercial que distribuye y negocia con productos alimenticios de amplia gama, se ha atrevido a proclamar que fue un error de las Naciones Unidas promover la salida de la mujer al trabajo, debido a que -en su criterio- a las mujeres corresponde quedarse en el hogar y cuidar de la familia.

El empresario parece desconocer los procesos históricos, y además, desconoce tantos documentos, investigaciones, libros y estudios que se han dado a conocer en el país, sobre lo positivo que ha sido para la sociedad la incorporación de las mujeres a la vida “productiva” y a la política. En su criterio, el señor Raúl Rizik entiende que la incursión de las mujeres en la producción y en la política  “ha ido desplazando la maternidad”. Oh Dios, en dónde ha abrevado este empresario para sostener un desatino como este.

Las redes sociales se han encargado de poner algunas cosas en perspectiva. Las críticas y descalificaciones tienen muchas aristas, incluyendo un llamado que surgió de inmediato, para que las personas dejen de consumir los productos del consorcio Mejía Alcalá, dado la agresividad del pensamiento antifeminista del señor presidente del consorcio.

Olvidó Raúl Rizik, incluso, que estamos en la época del #MeToo y que ya las mujeres no son, ni pueden ser objeto pasivo, al servicio y manipulación de los hombres, dedicadas exclusivamente a la maternidad a que fue condenada, durante miles de años, y que la liberación de la mujer es una de las reivindicaciones que llegó para quedarse, y que jamás podrá retroceder.

¿De dónde pudiera salir un discurso tan obsoleto y denigrante? Es la pregunta que cualquiera se podría formular, tratando de entender a qué viene que un empresario acuse a las Naciones Unidas de haber cometido un error al promover la salida de la mujer de su rol de maternidad. No fue Naciones Unidas quien sacó a las mujeres de sus casas, en primer lugar, como bien aclaró la reconocida periodista y feminista Margarita Cordero. Ese acontecimiento se produjo en la Segunda Guerra Mundial, porque los hombres se dedicaron a la guerra y porque las mujeres tuvieron que ocupar un rol preponderante en los medios de producción.

Con presidentes como Donald Trump en los Estados Unidos, que todo el mundo sabe que tiene ideas misóginas y muy denigrantes sobre las mujeres (sí, tiene una hija), y con personajes extravagantes como el candidato presidencial de Brasil, Jair Bolsonaro, que tiene ideas abiertamente negativas sobre las mujeres, no es extraño que Raúl Rizik decidiera salir con un planteamiento a todas luces desconsiderado contra las mujeres.

Rizik Yeb, sin embargo, no es político. Es un empresario. Él ha sido testigo, por ejemplo, de las agresiones que en los últimos días se han producido contra Faride Raful, por sus ideas contrarias a la propuesta de obligar a leer la Biblia en las escuelas públicas dominicanas. Sólo ha faltado que se reinaugure la inquisición para que Faride sea la primera en ser enviada a la hoguera como bruja o como practicante de ritos satánicos, como ocurrió en una gran cantidad de países, cuando el Santo Oficio llevó a la hoguera a cientos de miles de personas.

No nos extrañemos, el péndulo político pareciera estar favoreciendo a los misóginos y a los fundamentalistas políticos y religiosos, a los enemigos de la democracia, y a los radicales atacantes de mujeres, quienes se envalentonan cada vez que un líder político cercano a sus ideales retrógrados triunfa en un proceso electoral o con mentiras y otros recursos resultan favorecidos en sus aspiraciones.

Esta semana el Procurador General de la República, Jean Alain Rodríguez, informó que 272 mujeres han sido asesinadas en los últimos 3 años por sus maridos, novios o ex novios y ex maridos, y que se han recibido más de 65 mil denuncias de violencia intrafamiliar. Esos datos confirman que muchos hombres todavía tienen la idea de que son propietarios de las mujeres, y que las mujeres están destinadas a ser suyas y de nadie más, o a parir los hombres que los hombres quieran, como también postulan ciertas doctrinas religiosas. ¿De acuerdo señor Rizik Yeb? ¿Satisfecho?