El éxito de movilización social de la Marcha Verde ha generado un debate político y académico sobre el destino de este movimiento. El programa televisivo Uno+Uno realizó hace un par de semanas un debate con importantes intervenciones de participantes en el movimiento y representantes de las ciencias sociales. Al escuchar las intervenciones en ese programa y en otros espacios, se notan las diferentes posiciones con respecto al futuro y razón de ser del movimiento. Aquí las resumo en cuatro argumentos (la lista no es en orden de prioridad ni pretende ser exhaustiva).
El primero: a pesar de su éxito, al movimiento Marcha Verde le falta camino por andar para consolidarse como una fuerza social transformadora del Estado. Le falta en particular expandirse, estableciendo más conexión con los sectores populares. El énfasis aquí es que la Marcha Verde debe retener su carácter de movimiento social y lograr sinergia entre las capas medias y los sectores populares para fortalecer su capacidad de presión al Estado, y así, alcanzar su objetivo de poner fin a la corrupción y la impunidad.
El segundo: el movimiento Marcha Verde cuestiona todos los partidos que han pasado por el poder. Por tanto, debe gestar un nuevo liderazgo político que permita alcanzar las metas del movimiento a través de reformas profundas del Estado. Si toda la clase política gobernante ha mantenido por décadas la corrupción y la impunidad, si hay una crisis moral, se necesita una fuerza política nueva, un nuevo liderazgo, capaz de hacer las transformaciones. Eso supondría que, eventualmente, la Marcha Verde se convierta en un partido, o que de ese movimiento surja un liderazgo político que se monte en una organización partidaria novedosa. El énfasis aquí es en una nueva formación política que desplace el desgastado sistema de partidos.
El tercero: en el movimiento Marcha Verde participan diversos grupos políticos que expresan su apoyo; todos tienen derecho a participar pero ninguno a dirigir. El objetivo de los partidos de oposición debe ser ayudar a alcanzar el objetivo buscado: fin de la corrupción y la impunidad. El énfasis aquí es en lograr una sinergia entre el movimiento social y la oposición partidaria para alcanzar el objetivo del movimiento social, pero con el movimiento siempre al timón.
El cuarto: el movimiento Marcha Verde debe servir de plataforma para que el partido con mayor base social de la oposición (el PRM), amplíe su base política y se posicione con un discurso político atractivo a la sociedad. Este argumento no se formula públicamente, como sí los otros, pero está en los cálculos de los perremeístas que participan activamente en el movimiento. El énfasis aquí es que el movimiento social sirva de impulso al principal partido de oposición.
Qué exactamente sucederá con el movimiento Marcha Verde es imposible predecir. Factores internos al movimiento y factores externos irán trillando el camino a recorrer. Y cómo marche la economía dominicana será un factor externo fundamental para configurar su destino: a mayores problemas económicos, mayor fuerza posible del movimiento social; y viceversa.
Mientras el escándalo Odebrecht domine el escenario político, será relativamente fácil mantener unido el movimiento Marcha Verde en torno al fin de la corrupción y la impunidad, al igual que a la diversidad de partidos políticos de oposición que participan en apoyo al movimiento. Pero, eventualmente, cuando el escándalo Odebrecht baje de intensidad, y sobre todo, cuando se acerque el período pre-electoral a partir de mediados de 2018, la relación entre el movimiento social y los partidos políticos se hará más crucial y conflictiva.