Una de las ventajas que tiene el presidente Danilo Medina y su gobierno es la gravedad político y económica en que se mueven algunas de las islas y países de la región caribeña, que comparadas con la estabilidad económica y política de la República Dominicana, nos colocan a una gran distancia por encima de esas naciones.
Puerto Rico, por ejemplo, que ha sido la isla del Caribe más apetecida por los dominicanos, se encuentran en estado de quiebra económica, con muy escasas posibilidades de salir del grave hundimiento en que ha caído. Miles de dominicanos han muerto en el Canal de la Mona, buscando llegar a las costas de borinquen. Cientos de miles han alcanzado el objetivo y hoy forman parte de una comunidad de migrantes seriamente amenazada por el empobrecimiento de la isla y por la reducción de los servicios sociales, incluyendo salud y educación, que hoy se reducen cada día que pasa.
Las deudas de Puerto Rico con acreedores es de 74 mil millones de dólares, y otros 50 mil millones de dólares con sus pensionistas. El gobierno no tiene forma de solventar la crisis y solicitó ayuda del Gobierno Federal de los Estados Unidos, pero la respuesta fue negativa y existe una junta supervisora que es quien determina las acciones del gobierno en materia financiera. De una población de 3.5 millones de personas, apenas un millón conserva su trabajo. Todos los servicios se reducen, incluyendo el presupuesto de educación superior. Mirar hacia Puerto Rico hoy día es una osadía, y por eso se está produciendo una migración a la inversa, de ciudadanos de Puerto Rico que están prefiriendo vivir en la República Dominicana. Otros miles de ciudadanos están migrando hacia territorio continental de Estados Unidos, donde adquieren más derechos que los que tienen en su isla.
Nuestro más cercano vecino, Haití, está tratando de levantar un régimen democrático que aún no emprende el camino. El último proceso electoral dio como resultado una presidencia en manos de un joven político de apenas 49 años, Jovenel Moïse, quien heredó el poder de su protector Michel Martelly, sin olvidar que hubo también una presidencia provisional de Jocelerme Privert, de un año, como consecuencia de una crisis políticas. Haití está intervenido militarmente por las fuerzas de Paz de las Naciones Unidas. Su pobreza es la más significativa y alarmante del continente, con serios problemas de inseguridad por la presencia del narcotráfico, el tráfico de armas y de personas, y ante la próxima salida de las fuerzas que integran Minustah, ya el gobierno está organizando un aparato militar que consumirá una parte de sus recursos, necesarios para impulsar el desarrollo en medio de desastre dejado por el terremoto de enero del 2010.
La mayor de las Antillas, Cuba, tiene un régimen de casi 60 años, sin posibilidad de renovación política. Se ha alimentado en los últimos años de los apoyos que le otorga Venezuela. Antes sobrevivió con el apoyo de la Unión Soviética. El pasado presidente de los Estados Unidos Baracjk Obama inició la apertura de relaciones con Cuba, y el desbloqueo del embargo económico de más de 50 años, pero la administración de Donald Trump ha tenido ese proceso. Si se hablara de democracia, Cuba no es precisamente ejemplo, pese a los avances alcanzados en salud, educación o deportes.
Venezuela, con parte de su territorio bañado por las aguas del Mar Caribe, vive un proceso de crisis política e institucional alarmante. Un presidente convertido en dictador, que anuló la Asamblea Legislativa y que se ha enfrentado al terrible panorama del rechazo continental por la represión y las formas no democráticas para derrotar a sus adversarios políticos.
Ante ese cuadro, cuando se observa a la República Dominicana, en la calidad de su democracia y del funcionamiento de las instituciones, pese a las debilidades, nos enrolamos entre las democracias más sólidas y maduras de la región del Caribe.