El pasado miércoles (11-8-2017) apareció, como editorial, un artículo de opinión en el Digital Acento, titulado: “La democracia dominicana, entre las mejores del Caribe”.1  Desde el primer párrafo el editorialista comienza exponiendo su tesis principal que intenta fundamentar las razones de la supuesta primacía económica, política e institucional de la democracia dominicana, cuando se las compara con países de la región caribeña como Haití, Puerto Rico, Cuba y Venezuela. Se señala: “Una de las ventajas que tiene el presidente Danilo Medina y su gobierno es la gravedad política y económica en que se mueven algunas de las islas y países de la región caribeña, que comparadas con la estabilidad económica y política de la República Dominicana, nos colocan a una gran distancia por encima de esas naciones”.

Las afirmaciones presentadas en dicho artículo surgen en el contexto de la semana previa a la conmemoración del 154 aniversario (1862-1865) del inicio de la lucha popular de la Restauración (1863), considerada por algunos historiadores como una de las gestas más democráticas, que ayudaron a sentar las bases de la identidad nacional. Esto coincide, además, con la  evaluación del primer año de gestión de la administración gubernamental 2016-2020, que ya tiene 5 años de  gobierno presidido por Danilo Medina, los cuales forman parte de los 17 años de gobierno del PLD y aliados; 13 de los cuales, de forma continua (2004-2017).

Lo primero que habría que plantearse es si es oportuna la comparación con los países del área del Caribe para destacar las supuestas fortalezas de la democracia dominicana. Lo segundo sería reflexionar si en nuestro país existen, en la coyuntura actual, hechos y realidades concretas que avalen y sirvan de sustento para comprobar significativas fortalezas democráticas. Tercero, habría que definir si más que hablar de demo-cracia (poder o gobierno del pueblo), en nuestro país habría que referirse realmente a una oligo-cracia (poder de unos pocos), o una pluto-cracia (poder de los ricos).

En el contexto global y geo-político la República Dominicana como una de las naciones económica y políticamente dependiente del gran capital transnacional,  la democracia liberal de nuestro país está muy lejos de poder convertirse en un referente; por tanto, necesita una revisión y un fortalecimiento urgente. De hecho un sistema democrático fortalecido y creíble es una aspiración de amplios sectores de la sociedad dominicana, así como de muchas sociedades modernas desde que el primer ensayo democrático comenzó a desarrollarse en la Antigua Grecia, específicamente en la ciudad-estado de Atenas, (conocida como “polis”) en el siglo V a.e.c. 

En noviembre del 2010 y bajo la dirección del francés  Jacques Attali se presentó a la prensa y al país el “Informe de la Comisión Internacional para el Desarrollo Estratégico de la República Dominicana (2010-2020)”. En el resumen de dicho informe se señala explícitamente: “La República Dominicana ha registrado desde hace cuarenta años un crecimiento sostenido (+5,5% de 1970 al 2008), ampliamente superior al promedio regional (+3,5%). (…). Sin embargo, la economía dominicana sigue siendo vulnerable y sus fundamentos la conducen más a estimular el consumo que a anticipar las innovaciones y las necesidades de educación a largo plazo. La dependencia con respecto al mercado de Estados Unidos, una industria nacional que no responde la demanda interna e importa masivamente, una situación eléctrica catastrófica y un fraude muy importante, son algunos de los tantos factores que afectan la economía y han deteriorado el crecimiento durante crisis mundiales pasadas (burbuja de las empresas de internet de 2000, crisis bancaria de 2003 y subprime de 2008).

Hoy, si la comparación en el seno del Caribe todavía favorece a la República Dominicana, el balance es más preocupante. Con un Estado endeudado y sin gran margen de maniobra fiscal, una sociedad poco educada y aún no preparada para el futuro, el país se arriesga, si no se hace nada, a no tener una segunda oportunidad. Más aún, cuando el cuerpo social no ha aprovechado el impulso económico: con un desempleo endémico, un mercado informal considerable, una política de salud pública poco eficaz, y una criminalidad en aumento, el pueblo dominicano tiene un sentimiento de abandono que lo lleva al individualismo social (el “no pago”) y a la desconfianza en las instituciones nacionales”.

El informe Attali contiene un análisis de la coyuntura nacional que destaca, entre otros aspectos, los siguientes: 1. Una población en busca de un nuevo contrato social; 2.-Un contexto social que conduce a la pérdida de confianza; 3.- Un desempleo persistente y un sector informal preponderante; 3.- La inseguridad y el tráfico de droga; 4.- La impunidad, fuente de desigualdad. Todo esto provoca, según el informe, una búsqueda individual de soluciones en donde no se tienen en cuenta los intereses sociales y colectivos. Esto provoca entre otros aspectos: 1. La pérdida de confianza en las instituciones; 2.- El clientelismo partidario que favorece al individualismo; 3. El círculo vicioso del “No Pago”. Por esto, el informe propone la necesidad urgente de una re-organización de las instituciones gubernamentales que ayuden a fortalecer la eficacia de la administración pública, la transparencia en el manejo de los bienes públicos, así como la descentralización y  la igualdad de oportunidades para las y los habitantes de los diferentes territorios.

El informe Atalí sirvió de análisis contextual y de fundamento teórico para la elaboración de la Estrategia Nacional de Desarrollo -END- (2010-2030). De hecho presentó algunas propuestas que luego fueron asumidas en  la elaboración de la END,  a través de cuatro ejes fundamentales, el primero de los cuales es el fortalecimiento institucional como elemento fundamental para el fortalecimiento democrático. Se señala en la END: “Los Objetivos Generales del Primer Eje Estratégico apuntan al desarrollo de una administración pública al servicio de la ciudadanía, y que opera de manera eficiente y transparente. Esto implica, entre otros, el compromiso de fortalecer el imperio de la ley y garantizar la seguridad ciudadana. Los Resultados Esperados en dicho Eje Estratégico reconocen la relevancia de la participación democrática, a la vez que enfatizan la importancia de la responsabilidad de la ciudadanía en la construcción de su destino. En el ámbito internacional, el país aspira a la preservación de la seguridad nacional en un marco de convivencia pacífica”.

La politóloga Rosario Espinal ha identificado recientemente tres grandes debilidades de la democracia dominicana: la corrupción, el clientelismo y el asistencialismo. Ha afirmado con precisión: “A diferencia del pasado, cuando la corrupción y el clientelismo selectivo eran suficientes para gobernar (así lo hizo Balaguer), ahora hay mayor demanda de redistribución de recursos de diversos sectores. De ahí que el Estado corrupto-clientelar haya devenido también en Estado asistencial”.2

La Marcha Verde con su reclamo, su discurso y su práctica centrada en la lucha contra la corrupción y la impunidad está dando una señal precisa de que es necesario transformar la sociedad dominicana, así como su liderazgo social, institucional, político y partidario. Esto es fundamental para re-construir una sociedad inclusiva, justa y participativa, en donde los recursos acaparados en pocas manos sean recuperados y vuelvan a ser empleados para cubrir las necesidades de alimentación, educación, salud, vivienda y seguridad social de los sectores sociales tradicionalmente empobrecidos y excluidos|. Solo así se podría hablar de democracia y de la construcción de un Estado Social de Derechos, pues el mal de muchos no puede seguir siendo el consuelo de tontos y de mentes eternamente colonizadas.